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INAH presenta Testimonios del México Posrevolucionario

El Discurso
Viernes, 20 de Noviembre de 2015

La autora menciona al grupo norteño, que fue tan poderoso hasta la llegada a la presidencia de Lázaro Cárdenas. Foto: Archivo / iINAH       ver galería

* El libro recupera las voces de quienes contribuyeron en el proceso de construcción posterior a la etapa del movimiento armado

* Se incluyen declaraciones de personajes como Emilio Portes Gil, Gustavo Baz, Luis L. León y Manuel J. Celis Campos

Entrevistas con seis personajes que jugaron un papel relevante en la Revolución Mexicana y en el proceso de construcción del México posrevolucionario, como Emilio Portes Gil, Gustavo Baz, Luis L. León y Manuel J. Celis Campos, del historiador estadounidense Ernest Gruening y del mexicano Jesús Sotelo Inclán, se conjugan en Testimonios sobre el México posrevolucionario, obra póstuma de la historiadora Alicia Olivera Sedano (1933-2012).

El volumen, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), continúa la línea de investigación que desarrolló la historiadora durante varios años en el Programa de Historia Oral de la Dirección de Estudios Históricos (DEH), a través del cual rescató testimonios de personas que participaron en esta lucha revolucionaria, reunidos en el libro Mi pueblo durante la Revolución.

Tania Hernández Vicencio, profesora e investigadora del INAH, señaló que en este nuevo libro, Alicia Olivera buscó recuperar las voces de quienes contribuyeron a construir parte de la historia nacional. Esta iniciativa surgió a raíz del centenario de la Revolución Mexicana (2010) y luego de que Alicia Olivera, investigadora emérita del INAH, planteara un proyecto para salvaguardar y preservar varias entrevistas del Archivo de la Palabra, grabadas en cintas electromagnéticas.

Algunos de los testimonios que integran el libro se publicaron como folletos que se agotaron poco a poco, como los de Jesús Sotelo Inclán y Ernest Gruening; los de Luis L. León y Manuel J. Celis son textos inéditos.

De acuerdo con Alicia Olivera, la personalidad de cada uno de los entrevistados así como su edad, el manejo del recuerdo o la necesidad de justificación influyeron poderosamente en el relato, lo mismo que el nivel cultural o su origen geográfico, que fueron determinantes en conceptos como patria, pueblo, comunidad, justicia o política.

En mayo de 2012, Alicia Olivera terminó de redactar la introducción del libro, que se encontraba prácticamente integrado. Sin embargo, dejó inconclusas las presentaciones de tres capítulos. El 9 de julio de ese año falleció, no obstante, las entrevistas se presentan lo más apegadas a la idea original.

De los diálogos citados, Tania Hernández destacó la del presidente Emilio Portes Gil, quien expone una amplia gama de temas de la agenda pública nacional. Alicia Olivera arguye que ese mandatario, desde el inicio de su gobierno, reanudó pláticas con el clero, el cual pretendía desconocer la Constitución y las Leyes de Reforma.

La autora exalta su iniciativa para resolver la autonomía de la Universidad Nacional de México en 1929 y su participación en la organización del Partido Socialista Fronterizo, además del asilo político que concedió al revolucionario nicaragüense Augusto César Sandino, acto que desafió al poder de Estados Unidos. Resalta la actividad legislativa y cómo promovió la organización de los obreros y los campesinos.

De Gustavo Baz (médico y político), expone su visión sobre lo que debió ser la Reforma Agraria en pro de las comunidades rurales, y consideraba que el ejido era una institución que a finales del siglo XX ya no garantizaba el mantenimiento de una familia extensa. Acerca de la cultura, proponía que debía ser llevada a los jóvenes.

La historiadora aborda en su relato al agrónomo liberal Luis L. León, ministro de Agricultura y Fomento en el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928), gobernador de Chihuahua (1929) y uno de los principales fundadores del Partido Nacional de la Revolución (PNR), entre otros cargos. Integrante del gabinete de varios gobiernos federales y destacado participante del proceso de la posrevolución, tuvo diferencias políticas con el presidente Lázaro Cárdenas, que le valieron salir con el general Calles al destierro. Tania Hernández dijo que Luis L. León contaba con 90 años de edad y excelente lucidez en el momento de la grabación.

De Manuel J. Celis Campos, destaca su carrera revolucionaria y su conocimiento de la campaña militar del noreste de la República, además de su participación en el movimiento antirreeleccionista encabezado por el general Benjamín Hill, de quien fuera su jefe de Estado Mayor.

Dice Alicia Olivera: “Es muy interesante su punto de vista como militar sobre las tácticas de lucha de las guerrillas zapatistas y su forma de organización (…) Esto ha sido una importante aportación, en particular para los historiadores del movimiento sureño, ya que en muchas ocasiones se ha afirmado que estos guerrilleros carecían de organización alguna”.

La escritora aporta datos sobre las campañas armadas revolucionarias y la integración del grupo norteño, que fue tan poderoso hasta la llegada a la presidencia de Lázaro Cárdenas. También acerca de los pormenores de la muerte del general Emilio Portes Gil (1920) y de Álvaro Obregón (1928), y con los testimonios de Portes Gil y Luis L. León articula revelaciones sobre el asesinato del general Francisco Serrano (1927).

Sobre Ernest Gruening, recuerda que perteneció a un grupo de historiadores estadounidenses, como Carleton Beals y Edward Alsworth Ross, que pretendían reivindicar la imagen antimexicana que difundían algunas fuentes, como la cadena de periódicos de William Randolph Hearst, afirmando de México estaba infestado de bandidos, que la Revolución no servía para nada y que Porfirio Díaz era el hombre que sabía manejar al país, por lo cual era una lástima que lo hubieran derrocado.

De Jesús Sotelo, aseveró que su libro Raíz y razón de Zapata (1943) fue el primer intento formal (desde el punto de vista de la investigación teórica y documental) de entender los orígenes del movimiento agrario del sur dentro de un marco histórico apropiado. Alicia Olivera recurrió al Archivo General de la Nación y a archivos particulares no conocidos hasta entonces, entre ellos el de Anenecuilco, resguardado por Francisco Franco Salazar, destacado zapatista de Morelos, quien aportó nuevas pesquisas sobre el origen y raíces del movimiento.

Tania Hernández subrayó que la publicación de este libro no hubiese sido posible sin el apoyo que Alicia Olivera recibió de la maestra Esther Jasso, de la Biblioteca Manuel Orozco y Berra de la DEH; de Arturo Soberón e Inés Herrera, quienes dieron seguimiento al trabajo cuando fueron titulares de esta dirección; de Gabriela Pulido, desde la Subdirección de Historia Contemporánea, y de la colaboración de los investigadores Anna Ribera, Salvador Rueda y Alicia Bonfil.

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