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Pinguinos de Fiorland nadan 6800 km para hallar comida, revela estudio

El Discurso
Martes, 04 de Septiembre de 2018

Cada año en diciembre, una especie de pingüino de grandes cejas amarillas deja las costas de Nueva Zelanda para emprender un maratón solitario de dos meses.       ver galería

En su periplo en busca de alimento los pingüinos de Fiorland pasan una media de 69 días de viaje y llegan a recorrer a nado hasta 6 mil 800 kilómetros, según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Otago en Dunedin, Nueva Zelanda.

Cada año en diciembre, una especie de pingüino de grandes cejas amarillas deja las costas de Nueva Zelanda para emprender un maratón solitario de dos meses, recorriendo hasta miles de kilómetros de ida y vuelta, distancia impresionante, según los investigadores que lograron por primera vez seguir a estas aves.

Los pingüinos de cejas amarillas, llamados tawaki en maorí, son unos apasionados nadadores de larga distancia. Dependiendo de dónde se encuentre el destino de su viaje, los animales recorren a nado hasta 6 mil 800 kilómetros, de acuerdo con el estudio publicado en la revista científica PLOS ONE.

Mientras en los primeros días de travesía nadan entre 20 y 50 kilómetros, en las últimas jornadas pueden llegar a más de 80 kilómetros diarios. Para observar adónde van a parar los pingüinos, el grupo liderado por Thomas Mattern equipó a un total de 17 aves con aparatos GPS entre noviembre de 2016 y marzo de 2017. Con ellos lograron averiguar que fueron hacia a dos lugares en busca de alimento: desde la costa oeste de la Isla Sur se dirigieron a una zona situada a unos 8 mil kilómetros al sur de Tasmania o bien avanzaron aún más hasta el territorio subártico.

Vulnerable

Los pingüinos, estrellas de dibujos animados y universalmente adorados, han sido poco estudiados. Un tercio de las especies vive en Nueva Zelanda, donde son parte del paisaje, principalmente en las regiones salvajes del sur. La mayoría, sin embargo, está clasificada como vulnerable o amenazada.

Hasta ahora se ignoraba adónde una de esas especies, el pingüino de Fiordland (Eudyptes pachyrhynchus), migraba cada año en busca de alimento. Los zoólogos creían que se mantenía cerca de la costa. Para verificar esto le colocaron etiquetas Argos, dispositivos de rastreo satelital, a 20 ejemplares, a los que siguieron diariamente en su migración.

Al principio pensé que había un error en los datos, señaló Thomas Mattern, investigador de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, que dirige el Proyecto Tawaki. Me quedé completamente atónito, me pregunté: ¿pero hasta dónde van?

Así descubrieron que el destino de los pingüinos era a medio camino de la Antártida, en zonas donde las aguas cálidas del norte se cruzan con las frías del sur.

Después los pingüinos regresaron a Nueva Zelanda. De ida y vuelta, una hembra recorrió 6 mil 801 kilómetros en 67 días. Un macho nadó 5 mil 597 en 77 días. Los datos completos se refieren sólo a cinco animales; posiblemente las etiquetas de los otros 15 se hayan desprendido durante el viaje.

Esta nueva información confirma que el pingüino es uno de los nadadores vertebrados más extraordinarios del planeta. Thomas Mattern indicó que los rusos incluso habían estudiado la hidrodinámica de su pelaje para imitarlo en la fabricación de sus submarinos.

Los autores de este estudio tuvieron problemas para financiar su proyecto. Cada etiqueta cuesta entre mil 500 y 2 mil dólares estadunidenses. Según Thomas Mattern, ?este tipo de investigación básica ya no está de moda.

Para obtener fondos universitarios, debes trabajar en temas en boga, como el ADN antiguo o la microbiología, señaló a la Afp. En cambio, la opinión pública y las ONG han contribuido a la tarea.

¿Por qué interesarse en las migraciones de pingüinos? Ellos pasan hasta 80 por ciento de su tiempo en el océano y no tenemos idea de lo que hacen allí, agregó el científico. Ni siquiera estamos seguros de lo que comen.

Sin embargo, están amenazados. Si queremos actuar, debemos entender qué los hace vulnerables. El calentamiento de los océanos, el turismo y la pesca probablemente afecten la vida de los pingüinos, pero aún es necesario estudiarlo científicamente.

Los pingüinos están en peligro en todo el mundo, afirmó Dee Boersma, especialista en esos animales de América del Sur de la Universidad Estatal de Washington, al comentar el estudio, en el que ella no participó. ?Ellos compiten con la pesca humana.

Había millones de pingüinos africanos, ahora quedan quizá 30 mil. No tienen nada para comer porque los humanos agarran casi todas las sardinas, agregó.

Pero el misterio del destino del pingüino tawaki persiste. ¿Por qué ir tan lejos, sobre todo cuando en las costas de Nueva Zelanda abundan, en el momento del viaje, los peces y otros alimentos?

Los científicos suponen que esto podría ser un instinto heredado de especies ancestrales de pingüinos que vivían más al sur, antes de poblarse las tierras de Nueva Zelanda.

Para saber más, es necesario realizar más estudios, si es posible con financiamiento internacional, sostuvo Thomas Mattern. Los pingüinos no pertenecen a los neozelandeses ni a los australianos, es la humanidad entera la responsable de ellos.

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