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Conmemoran al exilio latinoamericano en el Zócalo capitalino

El Discurso
Martes, 22 de Marzo de 2016

A través de más de 40 canciones de compositores y músicos de México, Argentina, Chile y Uruguay, miles de personas se apropiaron del Zócalo. Foto: PI       ver galería

* Canciones del Exilio Latinoamericano reunió la tarde y noche de este sábado 19 de marzo a reconocidos artistas como Eugenia León, Los Folkloristas, Daniel Viglietti, Alejandro Marcovich, Guillermo Briseño, César Olguín y Paté de Fuá

* A través de más de 40 canciones de compositores y músicos de México, Argentina, Chile y Uruguay, miles de personas se apropiaron del Zócalo capitalino para conmemorar los 40 años del exilio latinoamericano en el marco del Festival Centro Histórico 2016

* En el concierto, organizado por la Secretaría de Cultura capitalina, el público pudo recordar composiciones de Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Mario Benedetti, Víctor Jara, Gerardo Tamez, Carlos Gardel, Julián Plaza, entre otros

La lucha contra la represión y en favor de los ideales de libertad; los estudiantes y los campesinos; la nostalgia y el amor tanto a la vieja como a la nueva patria campearon el Zócalo de la Ciudad de México a través de más de 40 canciones que dieron cuerpo y sustancia al concierto México: Ciudad Refugio Canciones del Exilio Latinoamericano que congregó a miles la tarde y noche de este sábado.

La intervención musical programada por el Gobierno de la Ciudad de México a través de la Secretaría de Cultura capitalina en el marco del Festival del Centro Histórico 2016, abrió una etapa de conmemoración por los 40 años del exilio de ciudadanos chilenos, uruguayos y argentinos a México, iniciado durante la década de los años setenta.

Grandes cantautores de la canción latinoamericana y el canto nuevo, como Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Mario Benedetti y Víctor Jara, entre otros, fueron recordados en voz de Daniel Viglietti, Eugenia León, Los Folkloristas, Margarita Cruz, Anthar López, Jorge Buenfil, Delfor Sombra, Nahuel; seguidos por las nuevas propuestas de los hijos del exilio como Alejandro Marcovich, Carlos Santullo y Gabriel Casacuberta, Art. 33, César Olguín y la Orquesta Mexicana de Tango, junto con Paté de Fuá, divididos en los bloques “Trovadores latinoamericanos”, “Los hijos del exilio” y “Gran baile-milonga”.

La tarde musical comenzó alrededor de las 17:00 horas y se prolongó durante más de seis horas, con la presentación de la trovadora de origen chileno Margarita Cruz al lado del mexicano Anthar López, quienes cantaron “Que vivan los estudiantes”, de la compositora chilena Violeta Parra (1917-1967), y “¡No nos moverán!”, para conmemorar el encuentro entre los habitantes de los pueblos del sur llegados a la Ciudad de México.

Temas del legado del cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa (1936-1989), como “Mire amigo” “Doña Soledad” y “Pájaro de Rodillas”, fueron interpretados por el músico mexicano Jorge Buenfil, así como por los argentinos Delfor Sombra y Nahuel (Carlos Porcel de Peralta), quienes tras presentarse como solistas se reunieron en un “palomazo” para cantar “Pa’l que se va” de Zitarrosa todos los países, nacida hace más de 40 años a través del exilio.

Mientras el sol seguía iluminando el Zócalo capitalino, la estelar presentación del cantante, compositor y guitarrista uruguayo Daniel Viglietti, quien vivió en carne propia la persecución y el encarcelamiento, animó al público reunido a través de la magistral ejecución de su guitarra y su canto libertario.

“Cuando pensamos en todo lo que nos une, también pensamos en los ausentes, los que en las dictaduras nos han sido arrebatados; recordamos a tantas y tantos que pasaron por prisión y por tortura y con ese recuerdo sostenemos la fuerza necesaria para seguir buscando un mundo más justo y más humano”, expresó Daniel Viglietti.

Y añadió: “No nos exiliamos de ese sueño de cambio --al rememorar el terrorismo de estado contra los opositores a las dictaduras--, y si la Operación Cóndor por un lado es una señal amarga del pasado, se abraza en nuestra memoria con otra señal muy dura en México, la de Ayotzinapa”.

Bajo la bandera mexicana que ondeaba en el asta del Zócalo capitalino, se escuchó entonces un tímido, primero, y más fuerte después “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” y de entre los más de 6 mil asistentes congregados por el concierto, de acuerdo con cifras de Protección Civil, se escuchó el conteo. Hasta 43. El conteo se repetiría más adelante, seguido siempre del reclamo “justicia”.

Entre milongas (ésas que hacen al uruguayo lo que el corrido al mexicano, apuntó) y versos, Viglietti motivó al público con canciones como “A desalambrar”, legado del músico y activista chileno Víctor Jara; mezcló al ritmo de su guitarra versos de Mario Benedetti y Violeta Parra, e interpretó algunas composiciones propias como “Otra voz canta”, para cerrar con uno de sus trabajos conjunto con Benedetti: “La llamarada”.

Entre notas musicales, versos encendidos y canto, niños, jóvenes y adultos se unieron a la celebración por la fusión de la cultura mexicana con el canto latinoamericano a través de la presentación de Los Folkloristas, músicos mexicanos reunidos desde finales de los sesenta, quienes recibieron en su seno a artistas sudamericanos exiliados. El grupo trajo al escenario a íconos del canto libertario como Mercedes Sosa, Víctor Jara, Soledad Bravo, Isabel Parra y Silvio Rodríguez.

Acompañada del caluroso aplauso del público, la agrupación abrió su intervención con “Tierra mestiza”, de Gerardo Tamez, uno de los miembros fundadores; enseguida, como tributo a la conciencia latinoamericana, interpretó “Vientos del pueblo”, de Víctor Jara, y “El necio”, del cantautor y poeta cubano Silvio Rodríguez.

Bajo un cielo color naranja con intensos tonos rojo y amarillo, que anunciaba el anochecer, la cantante mexicana Eugenia León apareció en el escenario para acompañar a Los Folkloristas en la interpretación de tres piezas entrañables: “La carta”, de Violeta Parra; “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Mercedes Sosa, y la tradicional canción mexicana “La paloma”.

Para cerrar el bloque “Trovadores latinoamericanos”, los más de 20 músicos e intérpretes se reunieron en el escenario para despedirse con “Sólo le pido a Dios”, tema que el público –reunidos frente a la Catedral Metropolitana en la Plaza de la Constitución— coreó a todo pulmón.

La noche cobijó al blues de la cantante argentina Hebe Rosell, quien dio lectura a un fragmento del poema “La furia fría”, del escritor argen-mex Juan Gelman (1930-2014). Luego entonó, acompañada del roquero mexicano Guillermo Briseño, “El eslabón perdido” y “En México me quedo”, que desataron la algarabía entre los presentes.

El segundo bloque “Los hijos del exilio”, dedicado a quienes llegaron con sus padres a la Ciudad de México a raíz de esta migración impuesta, subió al escenario a jóvenes músicos que llegaron a México siendo niños o adolescentes y encontraron en esta tierra la fuerza para seguir con su vida en medio de una dualidad identitaria.

Fernando Santullo y Gabriel Casacuberta ─ex músicos de El Peyote Asesino y Bajofondo─ agradecieron al pueblo de México el gesto solidario con el que sus padres fueron recibidos en este país, del que se nutrieron con su riqueza cultural, y al que interpretaron “Ya no duele”, “Dios y el Diablo”, “Cable pelado” y “El mareo”, propuesta de rock que atrapó a los jóvenes presentes.

Contentos de haber elegido México y a la capital como ciudad “refugio”, los integrantes del colectivo mexico-argentino Art. 33, integrado por Federico Bonasso, Nacho Maldonado y Martín García Reinoso, interpretaron para los hijos del exilio, que consideraron la generación más híbrida de este suceso histórico, “Nunca quise dejarte atrás”, “Cumbia milonguera” y “El mexicano”.

Para conmemorar a los 140 mil exiliados argentinos en México, Alejandro Marcovich, ex integrante de Caifanes, quien en 1976 abandonó junto con sus padres su natal Argentina, presentó “Afuera-alfombra mágica”, “Estás dormida” y “Cables”, piezas de su nuevo disco titulado “Alebrije” que prendieron al público con los solos del virtuoso guitarrista.

Yayo González, músico argentino director de Paté de Fuá, explicó que su sonido que fusiona tango, musette y jazz, tiene mucha inspiración de México, país en que fundó y ha sido acogido su propuesta musical. Sus temas emocionaron al público (a esas horas ya predominantemente compuesto por jóvenes) y el grupo se despidió con “Vamos a morir”, de su más reciente producción discográfica Película Muda 1.

En una presentación especial que dio cierre al segundo bloque, Guillermo Briseño, director de la Escuela de Música del Rock a la Palabra, acompañado de alumnas de canto de esta institución de la Secretaría de Cultura capitalina, de Hebe Rosell, Art. 33 y Alejandro Marcovich, entonaron “México lindo y querido”, portando una manta que declaraba: “Todos somos hijos de la misma historia”.

La fiesta siguió con el boque “Gran baile-milonga”, durante el cual la Orquesta Mexicana de Tango, dirigida por César Olguín, acompañada de las voces de Fredy Potenza y José Camaleón, así como de 30 parejas de bailarines en escena, con coreografía de Mariana Arteaga y Luciano Brigante, interpretaron el tango “Silencio”, de Carlos Gardel, “Júrame”, de José Luis Perales, y “Sombras nada más”.

Con este Concierto de Música Latinoamericana, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México pone en marcha el programa “México: Ciudad Refugio”, que en lo sucesivo realizará una serie de actividades conmemorativas.

Este concierto gratuito se enmarca en la edición número 32 del Festival del Centro Histórico, que mostrará hasta el 27 de marzo la riqueza artística y cultural del Centro Histórico de la Ciudad de México, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es organizado por el Patronato del Festival de México en el Centro Histórico, A.C., en estrecha colaboración con la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, la Secretaría de Cultura federal y el Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX, el Instituto Nacional de Bellas Artes, El Colegio Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otras instituciones públicas y privadas.

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