INAH: Grupos prehispánicos practicaban canibalismo.
Prensa Internacional
Viernes, 02 de Noviembre de 2007
| Los propios conquistadores españoles recurrieron a la práctica del canibalismo. Foto: PI/Antonio NAVA
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México, D.F., 2 de noviembre. La investigadora Elsa Malvido, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explicó que los grupos prehispánicos de la región norte del país practicaban el canibalismo como forma de subsistencia.
En el marco de las jornadas académicas del 8° Congreso Salud-Enfermedad Edición Norte de México, que se efectuó en Hermosillo, Sonora, durante el mes de octubre; la historiadora detalló que de acuerdo con las crónicas de los primeros exploradores españoles y misioneros que llegaron a esta región, dicha práctica se dio en dos vertientes: endocanibalismo y exocanibalismo.
El endocanibalismo, detalló, se refiere a la práctica de comerse a alguien del propio grupo con objetivos rituales de integración a la comunidad. Sin embargo, dicha costumbre era también un modo de abastecerse de recursos alimenticios, en un escenario donde imperaban el hambre, la sed, el calor y el frío excesivos.
“Esto se daba cuando alguien del colectivo moría, lo que se llamaban `Comerse al Muerto´, y se hacía de dos maneras: consumirlo fresco o después de un año”, abundó.
De acuerdo con Elsa Malvido, el esperar que la persona falleciera para comérsela era una forma de supervivencia que evitaba los sacrificios humanos al interior de la comuna. Dicha práctica era vista con naturalidad por las sociedades prehispánicas, pues se consideraba parte de la cadena alimenticia.
En el caso del consumo de carne humana después de un año del fallecimiento, la historiadora explicó que se realizaba al concluir el proceso de cadaverización y esqueletización del cuerpo, el cual era muy rápido, debido al clima extremoso.
“Se sacaban los restos para molerlos y se integraban a lo que llamaban Mezquitamal, es decir, harina hecha a partir de la trituración de los frutos del mezquite mezclados con los huesos y maíz”, continuó.
En lo que respecta a la segunda vertiente de esta práctica, el exocanibalismo, este consistía en comerse a personas ajenas al grupo durante el periodo de guerra, es decir, a los enemigos capturados.
“Tenía lugar principalmente entre los apaches y comanches, donde los documentos refieren dos tipos de festividades: una relacionada con la captura de enemigos durante periodos de guerra, que se efectuaban al término de la cosecha agrícola y se llamaba mitote; y el otro, relativo al consumo de cabezas humanas”, añadió.
El “mitote” se realizaba tras atrapar a un enemigo, y consistía en desangrar al individuo vivo para que un grupo de danzantes le mordieran el cuerpo, mientras consumían peyote, una planta alucinógena considerada sagrada.
La otra práctica fue denominada “danza de la cabeza”, la cual era realizada de manera similar entre los grupos guarijíos, tarahumaras, tobosos y xiximes. Consistía en mantener enclaustrada a una mujer virgen en el periodo de batalla, para entregarle como trofeo la cabeza del enemigo cuando se ganara la guerra.
La mujer tomaba la cabeza y le hablaba afectuosamente, simbolizando la ambigüedad del amor y el odio, común en los sacrificios. El acto culminaba con el cocimiento de los demás cautivos, acompañándolos con frijoles y maíz, a manera de Pozole. Posteriormente, dicho escocimiento se realizó con una cabeza de cerdo.
“Con connotaciones rituales o no, el consumo de cuerpos humanos respondía a la carencia de alimentos de la región, donde no se podía desaprovechar nada y donde literalmente vivían al día”, externó.
Para concluir, la historiadora aclaró que dadas las condiciones extremas de escasez de alimentos en la región septentrional del México antiguo, tanto grupos prehispánicos como los propios conquistadores españoles recurrieron a la práctica del canibalismo con fines de supervivencia.
