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Los cumpleaños de 15 aúnan tradición con hip-hop y regatón

Monica Rhor/AP
Sábado, 09 de Junio de 2007

El espectáculo de los XV años puede costar de 5.000 a 100.000 dólares. Foto PI/Francisco GÓMEZ       ver galería

Houston, E.U.A. 9 de junio. Coronada la testa con una deslumbrante diadema y ataviada de largo con un vestido marfileño, Samantha Marie Lynch, toda una Cenicienta, hizo su entrada en un carruaje celeste jalado por cuatro chambelanes.

La letra de una balada popular que sonaba a los cuatro vientos resumía el sentir popular: "Algunos aguardan toda una vida por un momento como éste".

Samantha se deslizó por la pista de baile, levantando un brazo al cielo e inclinando la cabeza graciosamente a un lado, mientras la balada repicaba "No puedo creer que me esté ocurriendo a mí".

Parecía el comienzo ideal para una tradicional quinceañera, el rito de iniciación para las muchachas hispanas que equivale al baile de presentación en sociedad.

Pero era tradición hasta allí nomás: el baile de apertura del padre con la hija se tornó súbitamente en una parodia de la película "Saturday Night Fever". Y el baile sorpresa pasó a ser una entusiasta imitación de la comedia musical "Grease".

Samantha es parte de un número creciente de muchachitas de la nueva generación que fusionan sus raíces hispanas con el estilo estadounidense.

Las fiestas del nuevo estilo mantienen muchos de los rituales formales: la presentación de los tacos altos que simbolizan la niña que se transmuta en mujer, el homenaje a la última muñeca de la homenajeada, la coronación de la quinceañera. Pero el centro de la noche es ahora una extravagancia musical ejecutada por la niña y su corte: los chambelanes y las damas de honor. Antes integrada por familiares y amigos, la corte ahora a menudo incluye muchachos adolescentes que son contratados para la velada debido a su destreza en el baile.

Los números musicales, creados por coreógrafos profesionales y que requieren semanas de ensayos, van desde rutinas de danza al son de música pop como el "Thriller" de Michael Jackson, hasta espectáculos de mayor despliegue con cintas de música hip-hop y regatón, con movimientos copiados de los astros de los videos musicales.

Hay cambios de vestuario, juegos de luces y a veces hasta fuegos artificiales. El espectáculo puede costar de 5.000 a 100.000 dólares.

Y lógicamente la producción gira en torno de la quinceañera, una adolescente que interpreta el papel estelar en un espectáculo creado para ella.

"Los movimientos se han hecho más comerciales, como los que se ven en MTV", dijo Erika Pena, propietaria de Chuckle's Coreography y una de las coreógrafas para quinceañeras más buscadas en Houston. "Los clientes que vienen aquí quieren un espectáculo. De no ser así, dejarían la organización a una tía".

La fiesta de los quince de Alexandria Macías costó 14.000 dólares e incluyó una combinación musical de "Thriller", "Zoot Suit Riot" y una versión en salsa de "Oye como va", de Carlos Santana.

"Yo quería algo diferente, algo único que dejara a la gente con la boca abierta", dijo Macías.

La tradición de la quinceañera data de cientos de años, probablemente con raíces en los ritos de iniciación mayas y aztecas que luego se fusionaron con la pompa de las formalidades cortesanas españolas, dijo Michaela Murphy, editora de la revista Quince Girl. Cada ritual: la última muñeca, el vals, la corona y una misa especial, representa un aspecto de la transición de la niñez a la adultez.

"Una es la estrella del espectáculo y la que luce el vestido más hermoso", agregó Murphy, que está basada en Seattle. "Es un sueño hecho realidad".

A lo largo de los años, las quinceañeras en Estados Unidos adoptaron algunos aspectos de sus congéneres anglas que celebran los "Sweet 16" y algunas tuvieron su fiesta a los 16 en vez de los 15. Otras optan por un automóvil o un crucero de cumpleaños en vez de la fiesta.

Pero la tendencia a emplear una coreografía elaborada y bailarines especialmente entrenados afloró recién en los dos últimos años, y puede rastrearse a la influencia de la música hip-hop y regatón. Desde entonces, el número de coreógrafos especializados en las fiestas de quince se ha cuadruplicado, dijo Murphy.

"Las chicas quieren imprimir su sello personal en este acontecimiento cultural", agregó. "Les agrada el ritual, pero quieren combinarlo con su identidad como adolescentes estadounidenses modernas".

Otro coreógrafo de Houston, Erin Flores, observó que muchas chicas quieren versiones instrumentales de temas R&B para el vals. Una canción de R. Kelly titulada "I'm a Flirt" es especialmente popular en estos días, precisó.

Flores y Pena contratan bailarines como chambelanes.

"La gente siempre busca algo diferente", comentó Flores, que empezó coreografiando fiestas de quince para sus primas. "Siempre quieren superar las fiestas de sus amigas".

La madre de Alexandria, Terry Macías, saludó el agregado de elementos modernos a la tradición hispana.

"Es tex-mex, una tradición hispana un poquito nacida aquí. Es magnífico incorporar ambas facetas", dijo Macías, cuyos padres no le pudieron celebrar los quince en su juventud.

Sammantha Lynch había soñado durante mucho tiempo con ser la Cenicienta. Por eso, cuando se acercaron sus quince años quiso concretar su sueño.

Su solución fue una fiesta en la que entrase como Cenicienta para luego despojarse del vestido largo y presentarse como la protagonista de "Grease".

"Siempre soy un poco payasa y me gusta ser el centro de atención, de modo que esta es mi oportunidad de hacerlo", bromeó la muchacha unos pocos días antes de su cumpleaños el 26 de mayo.

La velada, que costó unos 13.000 dólares, fue una fusión de las dos caras del linaje familiar de Samantha. Su padre, que murió cuando ella tenía 4 años, era estadounidense. Su madre, Alma Lynch, es de ascendencia mexicana.

"Fue divertido", dijo la joven. "Todo salió exactamente como lo quería".

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