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Regresar a México es como estar en una película: Kiju Yoshida

El Discurso
Miercoles, 05 de Diciembre de 2012

El realizador visita nuestro país, acompañado de por esposa, la actriz Mariko Okada. Foto:Internet       ver galería

El realizador visita nuestro país, acompañado de por esposa, la actriz Mariko Okada, para presentar en la Cineteca Nacional un ciclo con 12 películas de su filmografía.

Al presentar, junto con el realizador Kiju Yoshida y la actriz Mariko Okada, los pormenores del ciclo dedicado a esta mancuerna de talentos de la cinematografía japonesa, Nelson Carro afirmó que la evolución de las cintas de esa nación tendrá siempre una deuda con el talento de estos creadores.

“El cine que Kiju Yoshida ha realizado con su esposa Mariko Okada a lo largo de cuatro décadas representa un tesoro vivo de la cinematografía universal y por ello representa un honor para la Cineteca Nacional el presentar algunas de las joyas más destacadas de su filmografía”.

Entre los filmes que formarán parte del ciclo y que serán proyectados en formato de 35 milímetros, gracias a la colaboración de la Fundación Japón, destacan títulos como: El manantial de Akitsu (1962), Eros + Masacre (1970), Una historia de agua (1965), Deseos de mujer (1967), Una aventura amorosa (1967), Ley marcial (1973) y Mujeres en el espejo (2002).

Masaru Susaki, director de la Fundación Japón, dijo que la presencia de Yoshida y Okada coincide con la celebración de los 25 años de la presencia de su organización en tierras mexicanas, donde la difusión del cine ha sido uno de los ejes fundamentales de su promoción cultural.

“Hemos trabajado para que la obra de los cineastas de numerosas regiones de Japón sean conocidos en México y, en este sentido, el cine de Kiju Yoshida es un ejemplo del más puro estilo de la nueva ola del cine japonés”.

Recordó que Yoshida visitó por primera vez México en 1978, quedando prendado de su cultura, regresando en 1982 y 1983 para escribir acerca de la cultura de nuestra nación, aspecto que le valió ser reconocido con la Orden del Águila Azteca a mediados de los años ochenta.

La actriz Mariko Okada recordó que su padre fue un actor muy famoso en Japón en la época de las películas mudas y ella misma se enamoró de la profesión, aún cuando fue un comienzo difícil e incluso pensó en abandonar la carrera.

“Afortunadamente la época de oro de la cinematografía japonesa llegó y me llevó consigo como en una ola placentera. Fue muy importante haber conocido a Kiju, convertirme en su esposa y crear con él una mancuerna muy especial”.

La actriz sorprendió al público al confesar que a la fecha ha aparecido en 180 filmes en Japón, compartiendo con Kiju Yoshida las mejores de ellas, aspecto que, lamentablemente, dijo, ha cambiado con las nuevas formas de producción que cada vez dificultan más la producción del cine de autor.

“Siempre había querido venir a México por las fantásticas historias que me narraba Kiju, por ello será para mí un privilegio proyectar en esta nueva Cineteca la cinta El manantial de Akitsu, que, aunque fue realizada en 1962, ya era la película numero cien de mi filmografía, pero al mismo tiempo es la que inicia nuestra colaboración como actriz y director”.

Por su parte, Kiju Yoshida agradeció a las instancias culturales de México y Japón por organizar este ciclo que le permite regresar a nuestro país, al que considera una de las tierras que más admira.

“Vine por primera vez a México por invitación de El Colegio de México para presentar la cinta Eros + Masacre, y desde entonces recordé cuando hace 400 años unos 40 samuráis llegaron por mar a México, exactamente a las costas de Acapulco, algunos de ellos nunca regresaron a Japón, por lo que se piensa que decidieron quedarse a vivir aquí”.

Recordó que alguna vez, charlando con directores mexicanos, surgió la idea de filmar esta historia, la cual desgraciadamente nunca se concreto.

“En ese tiempo yo tenía 45 años, ahora estoy por cumplir 80, sin embargo, con el fracaso de este proyecto, México se quedó prendado en mi alma y nunca pude olvidarlo, creo que por ello escribí en su honor el libro México, una metáfora placentera, cuyo título lo dice todo con respecto a las imágenes que dejó en mí su cultura”.

Confesó que su relación de trabajo con su esposa Mariko Okada le permitió añadir a las películas un toque más femenino, en el que por primera vez en la cinematografía japonesa se viera la perspectiva de una mujer.

“Había mucho machismo en el cine de mi país. Yo me dedicaba a revisar y revisar cintas, y en todas era siempre el hombre el que creaba las historias y el desarrollo de las tramas, incluso en el cine de maestros tan respetados, como el de Kurosawa, seguían este molde. En cierta forma, el cine que hice con Mariko, fue también una manera de protesta feminista contra ese estándar”.

Y agregó: “Siento una sensación muy extraña y nuevamente placentera de llegar otra vez a la tierra que tanto ha significado para mí, y es doblemente extraño para mí estar aquí, siendo director de cine, porque literalmente me siento como en una película”.

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