Audaz ex guerrillero inquieta al presidente colombiano

Frank Bajak/AP
Martes, 20 de Febrero de 2007

El senador Gustavo Petro ha acusado al presidente de mano dura por permitir que prosperara una alianza entre la clase política y las milicias. Foto AP

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Bogotá, Colombia, 20 de febrero. El escándalo político que desencadenó la renuncia de la canciller colombiana y ya puso tras las rejas a varios aliados cercanos del presidente Alvaro Uribe ha sido urdido por un senador que arriesga con ello su propia vida y por ello se considera el más temerario provocador en la oposición.

El senador Gustavo Petro ha acusado implacablemente al presidente de mano dura por permitir que prosperara una venenosa alianza entre la clase política y las milicias de extrema derecha responsables de brutales matanzas y el robo de millones de hectáreas de tierras a campesinos pobres.

Los colombianos que temen llevar información explosiva a la policía o a los fiscales se vuelcan a Petro, y el combativo senador regularmente propaga sus denuncias, tentando al destino en un país en donde hay suficientes antecedentes de políticos asesinados.

Ex guerrillero de izquierda, Petro tiene nueve guardaespaldas, viste chaquetas deportivas antibalas hechas a su medida y vive bajo constantes amenazas de muerte. Un par de veces frustró intentos de asesinarlo por parte de paramilitares y ha sido forzado a exiliarse varias veces a través de los años. Aun así, en una entrevista con The Associated Press mencionó de forma fortuita que le gustaría morir de viejo.

Pero Petro, de 46 años, está enfocado ahora en elevar la temperatura de Uribe denunciando que su hermano, Santiago Uribe, estuvo involucrado personalmente en homicidios y desapariciones forzadas cuando ayudó a conformar grupos paramilitares en la década de los 90.

El presidente era gobernador del departamento de Antioquia por entonces y Petro denuncia que pudo haber ayudado a encubrir los crímenes de su hermano.

Planea debatir el asunto en el Congreso el próximo mes.

"Ese proceso que estaba en la fiscalía de Antioquia, donde gobernaba Uribe, pues fue archivado", dijo Petro. "Y esa es la defensa del presidente hoy, pero, nadie se pregunta, ¿si fue archivado por influencia de Uribe?"

Furioso por esas denuncias _de las que Petro aún debe presentar evidencias_ el presidente se lanzó a las radios para negarlas y arremetió acusando a Petro y otros ex guerrilleros del Movimiento 19 de Abril (M-19), ahora en política, que han pasado de ser "terroristas de camuflaje a terroristas vestidos de civil".

Ese lenguaje en Colombia puede incitar a actuar a escuadrones de la muerte y, efectivamente, el mismo día en que Uribe insultó a los desmovilizados del M-19 en entrevistas radiales, el hermano de Petro fue amenazado de muerte si el senador continuaba con el debate. "Vamos a despedazarte", dijo el interlocutor en el teléfono después de insultarlo con vulgaridades.

De inmediato las autoridades le asignaron guardaespaldas al hermano y hermana de Petro, que dirigen una escuela para niños de trabajadores de granjas de flores al norte de Bogotá, mientras el presidente era criticado en la prensa colombiana por su imprudencia y un comportamiento indigno para su cargo.

Santiago Uribe, después de todo, nunca fue declarado inocente. El caso sólo lo archivó sin explicaciones un ex fiscal general que descartó un número de casos de corrupción política-paramilitar de alto nivel que ahora están siendo resucitados, en parte por la determinación de Petro de hacerlo.

Hasta los colombianos que no simpatizan con la izquierda pensaron que la retahíla de insultos que Uribe profirió contra los ex líderes del M-19 estuvieron fuera de lugar. Después de todo, esa guerrilla se desarmó en 1989 cuando sus combatientes fueron cobijados por una amnistía y muchos fueron elegidos a la Asamblea que redactó la Constitución colombiana dos años después.

Como Petro, otros están activos en el Polo Democrático Alternativo, el partido de la izquierda cuyos candidatos ganaron el 20% de los votos en la última elección presidencial de mayo.

El partido ha ganado reputación por su integridad en un país en que los partidos tradicionales están manchados por la corrupción.

Un pequeño séquito de leales empleados cuidan a Petro y lo ayudan a compilar evidencias para que las ventile en el hemiciclo, como las acusaciones de que los políticos aliados de Uribe formaron y financiaron grupos paramilitares.

Desde que Petro airea estas alegaciones en el Senado, ocho congresistas han sido encarcelados bajo cargos que van desde conformar grupos armados ilegales hasta homicidio. Los más recientes arrestos _incluyendo el hermano de la canciller_ ocurrieron el 16 de febrero y varias docenas de políticos más están bajo investigación.

El escándalo de "para-política" podría no haberse descubierto nunca sin un testigo clave, que salió al exilio durante la primera administración de Uribe y contactó a Petro para ofrecerle su valioso testimonio.

"La única persona a la que yo le escribí para que hiciera saber mi denuncia fue a Gustavo Petro", dijo el testigo Jairo Castillo, en una entrevista telefónica desde su exilio.

Petro comparte el profundo respeto por el libertador de Sudamérica Simón Bolívar, al igual que su amigo el presidente venezolano Hugo Chávez, que fue huésped en su casa en 1994, dos años después de participar en la intentona de golpe en su país.

Sobre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) considera que son un grupo totalitario y desprestigiado por el tráfico de drogas, igual que los paramilitares que surgieron para combatirlos.

"El proyecto (del M-19) era democrático. Nunca fue siquiera socialista", dijo Petro, que se integró al grupo cuando tenía 17 años como un organizador clandestino en Zipaquira, una comunidad al norte de Bogotá en donde fundó un pequeño periódico cuando estaba en la escuela secundaria, apoyó a ocupantes ilegales en tomas de terrenos y se convirtió en concejal.

El M-19 ha sido agobiado por acusaciones de que su trágica toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 fue financiada por narcotraficantes, un cargo al que Uribe consistentemente alude pese a que ninguna evidencia sólida lo respalda.

Más de 100 personas murieron en la operación, incluyendo 11 magistrados de la Corte Suprema, y un nuevo libro coescrito por Petro culpa de casi todas las muertes a los militares que retomaron el edificio. Exámenes forenses demostraron que a ninguno de los magistrados los mataron guerrilleros, dijo.

Un año antes, Petro había salido del M-19 en una tregua con el gobierno. La tregua luego colapsó y él pasó a la clandestinidad, pero fue capturado y torturado antes de la redada y no estuvo involucrado en la toma del palacio.

Petro aún tiene cicatrices de esa semana en la base militar de Bogotá en la que fue electrocutado y golpeado, privado de comida, sumergido repetidamente hasta que casi lo ahogan y por las noches dejado bajo caballos que trataban de patearlo, relató.

"Cuando yo no estaba encapuchado los militares estaban encapuchados", dijo Petro, quien después fue encarcelado por un año y medio por cargos de rebelión.

Su hermana, Adriana, se divierte con la gente que pinta a su hermano economista _cuya extensa biblioteca incluye colecciones de trabajos de Marx, Engels y Mao_ como un ex Rambo. "Fue una persona frágil, pequeño, flaco, con miopía", dijo.

En cambio, las palabras son como armas que Petro blande bien y el hecho de que no tenga pelos en la lengua preocupa a la gente porque parece invocar una muerte violenta y prematura.

Rosemberg Pabón, un cofundador del M-19 y legendario combatiente que ahora encabeza la agencia gubernamental que regula las cooperativas, visitó a Uribe después de que tuvo el arrebato y le pidió que parara los insultos.

También sugirió que Petro va a bajar el tono.

"El pelea con el presidente, pelea con el fiscal general, con los grupos financieros, con los paramilitares, con las FARC, con la izquierda que no está con él, él pelea con todo el mundo", dijo Pabón.