Combaten gigantesca operación de tráfico de drogas en Wisconsin
AP
Sábado, 18 de Julio de 2009
WATERTOWN, Wisconsin, EE.UU. En esta ciudad del centro del país, a 2.400 kilómetros (1.500 millas) de México, que se dice la cuna de los jardines de infante, floreció un narcotraficante mexicano llamado Coco.
Vino a los Estados Unidos ilegalmente y usó familiares y secuaces para poner en marcha una operación que saturó el sudeste de Wisconsin de cocaína, hasta que se movilizaron las autoridades. Entonces comenzó a caer gente: dos muertos en México, casi dos docenas de detenidos en prisiones estadounidenses.
Es una historia que resuena en muchos sitios. El Departamento de Justicia dice que hay bandas de narcotraficantes en más de 200 ciudades del país.
Se habla mucho del tráfico de armas en Houston, de los secuestros en Phoenix y de la creciente importancia de Atlanta como centro de distribución de drogas.
Pero la historia de Coco ilustra un poco lo lejos que han llegado los traficantes mexicanos y la facilidad con que se infiltran en una ciudad, se esconden a plena vista y construyen una lucrativa operación.
"Uno piensa que Watertown es una ciudad segura, que uno está resguardado de todo eso", comentó Karen Timm, mujer de 62 años que vivía en la misma cuadra que uno de los vendedores de Coco. "Ahora uno sabe que es vulnerable".
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A fines de la década de 1990, los alguaciles del condado de Jefferson comenzaron a escuchar historias de que una banda de hispanos traía casi medio kilo (una libra) de cocaína a la zona todos los meses.
Pero no consiguieron los nombres.
En el 2005, el detective Tim Madson, líder de la unidad antidrogas de la oficina de alguaciles, decidió interrogar más a fondo a vendedores y usuarios en torno a la banda, ofreciendo a veces reducciones en las sentencias.
Constantemente le mencionaban un nombre: Coco.
En julio del 2007, un informante le presentó dos distribuidores mexicanos a Brian Prieve, agente encubierto de la oficina de alguaciles del condado de Dodge. Prieve empezó a reunir números telefónicos y a hacerle pedidos a Coco, un mexicano astuto, que hablaba muy buen inglés.
Coco nunca se dejaba ver. Siempre enviaba a alguien a hacer las entregas.
Era "tan solo una voz", señaló Prieve.
Dos meses después, un individuo de 46 años que se cree participaba en el negocio, Arnolw Wood, llamó a Madson y le dijo que quería enderezar su vida. Le habló de Coco.
Afirmó que compraba casi medio kilo de cocaína a Coco los lunes, martes y miércoles. Jueves, viernes y sábados compraba 700 gramos. Le iba tan bien que comenzó a emplear gente.
Los investigadores no saben bien dónde se originaba la cocaína. Los carteles mexicanos hacen llegar la droga a centros de distribución con Houston y Atlanta. De allí pasan por las manos de distintos distribuidores.
El agente especial del Departamento de Justicia Jim Engels, quien colaboró con el equipo de Madson, dijo que los investigadores nunca pudieron establecer el lazo entre Coco y los carteles. Su objetivo era más inmediato: limpiar Watertown de drogas.
"El objetivo era a nivel local, deshacerse de Coco y su grupo", manifestó Engels. "Lo concreto es que los tentáculos (de los carteles) llegan hasta aquí".
A los investigadores les costó unir todas las piezas.
Prieve seguía comprando drogas. Los vendedores llegaban, entraban a su auto, le daban la cocaína y se iban en cuestión de segundos.
Solo el 5% de la población de esta ciudad de 25.000 habitantes sobre el río Rock es hispana, generalmente gente que trabaja en granjas lecheras y plantaciones de queso. Pero Coco sabía como integrarse a la comunidad.
No había balaceras, ni mansiones fastuosas ni autos llamativos. Su gente manejaba vehículos tipo Impala, Jetta o Camry. Vivían en departamentos modestos en distintos sectores de la ciudad.
Deborah Hockman y sus tres hijos vivían en la casa de al lado de la del hermano de Coco, Efraín, pero no tenía idea de lo que hacía.
"Tenían hijos chicos que venían y jugaban con nuestros hijos", expresó Hockman. "Nunca hubo nada que nos hiciese pensar que eran traficantes".
Coco manejaba un Chevy Blazer de 1998 y vivía en un departamento como tantos. A veces llegaban personas que se plantaban frente al departamento unos minutos y luego se iban, según una vecina, Pam Hearron. De vez en cuando llegaba alguien en un auto con vidrios oscuros.
La banda estaba construyendo una base de clientes de clase media: hombres y mujeres, blancos e hispanos.
Hacían unas 20 ventas diarias, a plena luz del día, en playas de estacionamiento, señaló Madison.
Al caer la noche, cuando cerraban los negocios y las playas de estacionamiento quedaban vacías, ellos dejaban de contestar el teléfono porque no querían llamar la atención si se encontraban con alguien.
Los detectives observaban todo, tomaban fotografías y apuntaban las placas de los autos. Buscaban un motivo para detenerlos, identificaban a sus ocupantes y conseguían direcciones. Revisaban los contratos de alquiler para ver con quiénes vivían.
Lentamente se fueron haciendo una idea de cómo funcionaba todo.
Usando datos del servicio telefónico, placas de autos y la información de Wood, identificaron a Coco como Máximo Pineda Buenaventura, un mexicano de 24 años, oriundo de Pandacuareo, localidad de montaña en el estado de Guerrero donde abunda la violencia relacionada con el tráfico de drogas.
Colaboraban con Coco sus dos hermanos Efraín y Teodulo, y numerosos familiares y amigos de Pandacuareo.
Los detectives consiguieron autorización para interceptar llamadas.
Prieve no lo supo en su momento, pero resulta que Coco estuvo sentado a su lado durante una venta.
Cuando parecía que se acercaban a la presa, se enteraron de que Coco había viajado a México, para construir una casa.
A partir de febrero del 2008, los detectives se pasaron hasta 12 horas diarias, los siete días de la semana, interceptando llamadas a cinco teléfonos que habían identificado como de traficantes. Calculan que interceptaron unas 8.000 llamadas.
Los investigadores se estaban impacientando y algunos propusieron arrestar a los sospechosos que tenían a mano. Pero Engels les dijo que fuesen pacientes.
Hasta que Coco regresó.
Antes de irse, había dejado a su hermano Efraín y a su cuñado Servando Herra Vásquez a cargo del negocio. Efraín, sin embargo, lo descuidaba porque tenía su propia operación. A su vez, cayó uno de sus vendedores.
Los agentes escucharon cuando Efraín hizo los arreglos para traer de vuelta al país a Coco y su familia. A mediados de mayo, Coco estaba de nuevo aquí y reanudó sus actividades.
Los agentes escuchaban todo por teléfono.
"Se manejaba muy concretamente. '¿Qué quiere? Cuesta tanto. En diez minutos'. Lo hacía bien. No era paranoico. Se tenía mucha confianza", dijo Madson.
Los detectives tenían que decidir si intervenían o seguían tratando de determinar el origen de la droga.
Decidieron actuar y el 19 de junio del 2008 hicieron una redada en la que detuvieron a Coco y varios secuaces sin disparar un tiro.
Uno de los arrestados, Gerardo Pineda Soria, reveló quién lo abastecía, según su abogado, William Jones.
En febrero de este año, unos diez individuos mataron a tiros a un hermano de Pineda, Cecilio, en una gasolinera de Zirandaro de los Chávez, ante la mirada de una hija de 13 años de Cecilio, de acuerdo con la policía.
Algunos meses después fue secuestrado un primo de Pineda, José Cruz García Soria, quien apareció muerto junto a un río en México, con las manos atadas.
En total fueron encausadas 21 personas, de las cuales cuatro siguen fugitivas. Los detenidos llegaron a acuerdos con los fiscales y fueron condenados a penas que van desde los seis meses hasta los 17 años y medio de prisión.
Coco afirmó que no era el líder de ninguna banda y que cada uno actuaba por su cuenta. "No sabía que los castigos por estas cosas eran tan severos. No volveré a hacerlo", le dijo a la jueza Barbara Crabb.
La jueza no le creyó y le dio 17 años y medio de cárcel.
Hearron dice que ya no se siente tan segura, que cierra con llave las puertas de su casa y está en todo momento pendiente de su nieto de tres años.
"Me enfurece y me entristece" lo que sucedió, expresó. "Es como si uno perdiese parte de su libertad".