11 de Mayo de 2024 | La Realidad Política
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Congreso EEUU: No más soldados o financiamiento en Irak

Robert H. Reid/AP
Sábado, 13 de Enero de 2007

Los Senadores Robert Gates, Peter Pace y la activista por la paz Gael Murphy discuten en la sede del Congreso en Washington. Foto:AP       ver galería

Aman, Jordania. 13 de enero. La oposición en el Congreso de Estados Unidos a la decisión de presidente George W. Bush de enviar refuerzos militares a Irak abrió un nuevo frente en una guerra cada vez más compleja, con una batalla política cuyos efectos podrían sentirse mucho tiempo después que las fuerzas armadas estadounidenses hayan sido repatriadas.

Como si los nacionalistas sunís, los islamistas, los combatientes extranjeros y las milicias chiíes no fueran suficientes, Bush tendrá que combatir ahora con el liderazgo demócrata en el Congreso, incluso en su propio partido, algunos de cuyos legisladores se opusieron a enviar otros 21.500 soldados de refuerzo.

Los frentes nos recuerdan las luchas políticas que se sucedieron durante dos otras guerras impopulares _ la de Corea y la de Vietnam.

Aquellas luchas parcialmente olvidadas produjeron una ola de cambios que barrieron el panorama político de Estados Unidos mucho tiempo después que las armas emitieran sus fallos.

Los demócratas del Congreso, frescos tras haber ganado en noviembre, esperan una votación en la Cámara de Representantes y en el Senado sobre el plan de Bush, con lo cual aislarían políticamente al presidente.

Aunque esa votación no tendría carácter vinculante, el gobernador de Nuevo México Bill Richardson dijo que espera que le sigan otras medidas "que restrinjan el financiamiento militar y todo tipo de apoyo financiero a la guerra".

Durante una visita el sábado a Bagdad, la senadora Hillary Clinton dijo a la cadena de televisión ABC que en vez de enviar más soldados a Irak, es hora de empezar repatriar las fuerzas estadounidenses que sirven fuera del país.

Un enfrentamiento entre el Congreso y la Casa Blanca podría acarrear implicaciones de largo alcance no sólo para Irak sino también para la política exterior de Washington.

En el mejor de los casos, la posibilidad de una salida del ejército estadounidense podría incitar a las facciones étnicas y sectarias a un arreglo político para evitar un mayor derramamiento de sangre.

Pero también podría alentar a los extremistas sunís y chiíes a acaparar más poder antes del retiro del ejército estadounidense.

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