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Electorado le quita el Congreso a republicanos de Bush

AP
Lunes, 18 de Diciembre de 2006

El propio presidente George W. Bush calificó de "paliza" la derrota de los candidatos republicanos en las elecciones de noviembre. Foto:AP       ver galería

Washington, EE.UU. 18 de diciembre. El propio presidente George W. Bush calificó de "paliza" la derrota de los candidatos republicanos en las elecciones de noviembre, en las que los demócratas retomaron el control del Congreso y obtuvieron varias gobernaciones importantes.

Las elecciones del 2006 representaron una verdadera rebelión del electorado, furioso con la guerra en Irak y la corrupción en Estados Unidos.

Los demócratas le arrebataron a los republicanos 29 escaños en la Cámara de Representantes, seis en el Senado y seis gobernaciones, sin ceder una sola bancada legislativa o gobernación estatal.

"Si se analiza contienda por contienda, fueron elecciones muy reñida", dijo Bush tras perder la mayoría en el Congreso en los últimos dos años de su mandato. "El efecto acumulativo, sin embargo, no fue tan cerrado. Fue una paliza".

Los senadores republicanos Rick Santorum, de Pensilvania; Lincoln Chafee, de Rhode Island; Jim Talent, de Misurí; George Allen, de Virginia; Mike DeWine, de Ohio, y Conrad Burns, de Montana, perdieron sus cargos. Los demócratas obtuvieron las gobernaciones de Nueva York, Ohio, Massachusetts, Colorado y Arkansas, donde el electorado prefirió a los candidatos demócratas en lugar de los correligionarios de los mandatarios estatales salientes.

También impidieron la reelección del gobernador republicano de Maryland.

Además, los republicanos no solo perdieron escaños en los llamados "estados azules", tradicionalmente demócratas, como Nueva York, donde cedieron tres, sino también en los "rojos", o republicanos, como Indiana, donde perdieron otros tres. En Pensilvania, los demócratas vencieron a cuatro legisladores republicanos que intentaban ser reelegidos.

La elección representa la primera vez desde los ataques del 11 de septiembre del 2001 que la guerra contra el terrorismo no favoreció a los republicanos.

El Partido Republicano sumó bancas en el Congreso durante el 2002, poco más de un año después de los atentados. Bush fue reelegido en el 2004, presentándose durante la campaña como el líder de la guerra internacional contra el terrorismo.

El mandatario había decidido explotar el mismo tema en su campaña de este año. En un encuentro realizado a puerta cerrada en febrero con los miembros republicanos de la Cámara de Representantes, dijo que mantendría ese curso.

Sin embargo, tres semanas después se dio la primera señal de alarma. El Congreso se indignó cuando se dio a conocer que una empresa paraestatal de los Emiratos Arabes Unidos planeaba comprar una firma británica que maneja los puertos de seis ciudades de Estados Unidos.

Bush defendió la venta, pero fue criticado duramente por los republicanos en el Congreso. "Con respecto a la venta de los puertos estadounidenses a los Emiratos Arabes Unidos, no dijo un no tímido, digo un no rotundo", le escribió la senadora republicana Sue Myrick al mandatario. El trato fue descartado.

"La seguridad de los puertos es un asunto de seguridad nacional, y la seguridad nacional depende de los puertos", dijo entonces la senadora demócrata Hillary Rodham Clinton, cuando los demócratas percibieron que Bush se debilitaba.

Tras concluir que habían sido timoratos en campañas previas, los demócratas se decidieron a explotar un tema que le había resultado favorable a Bush.

"Acepten el debate sobre la seguridad nacional y participen en él", señalaron varios estrategas políticos en un documento dado a conocer más de seis meses después. "Hagan énfasis en la gravedad de la amenaza y la determinación de los demócratas a abordarla, empleando declaraciones como 'necesitamos mejores herramientas para vigilar, cazar y eliminar a terroristas"'.

La táctica funcionó y el día de las elecciones más del 70% de los votantes consultados a boca de urna dijeron que la cuestión del terrorismo influyó en sus votos, los cuales fueron vertidos casi en la misma proporción para republicanos y demócratas. Ello representa un cambio radical con relación al 2004, cuando Bush tenía una ventaja de casi el 20% sobre el senador John Kerry con respecto al mismo tema.

Hubo otros factores que cambiaron el status quo.

La guerra de Irak era impopular, luego de casi cuatro años y más de 2.800 bajas de militares estadounidenses, por lo que los demócratas expresaron su beneplácito de que Bush siguiera defendiéndola.

"La Casa Blanca parece estar jugando a nuestro favor", dijo el senador Chuck Schumer, jefe de las campañas demócratas al Senado. "En un esfuerzo por incrementar su base de apoyo, siguen recordándole al público que no habrá cambio alguno en Irak".

Varios escándalos afectaron también a los republicanos, especialmente en la Cámara de Representantes.

En los meses previos a las elecciones, el representante Bob Ney renunció tras declararse culpable de corrupción.

Su colega Tom DeLay renunció ante las acusaciones de irregularidades en el financiamiento electoral en Texas, aunque sostiene que es inocente, mientras que Mark Foley también dimitió, luego de darse a conocer varios correos electrónicos con insinuaciones sexuales que mandó a jóvenes empleados de la legislatura.

Los republicanos perdieron esos tres escaños, y una encuesta a boca de urna a nivel nacional indicó que los escándalos, así como la guerra en Irak y el tema del terrorismo, fueron factores determinantes en la recuperación demócrata.

De hecho, la renuncia de Foley, en septiembre, pareció haber sellado el destino de su partido.

Los intentos de Bush por incrementar sus niveles de popularidad, lo que tuvo cierto éxito a principios de mes, terminaron por fracasar. Los dirigentes republicanos de la cámara baja tuvieron que invertir tres semanas, las cuales hubieran podido aprovechar en la campaña, en responder a los cuestionamientos sobre si estaban al tanto de la conducta de Foley y si actuaron con la celeridad necesaria una vez que se enteraron.

"Nunca pensé que alguien de mi oficina hiciera algo malo", dijo el vocero de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, apenas 10 días después de iniciado octubre.

Hizo su declaración ante un cementerio, con varias lápidas a la vista, como una especie de profecía de los inminentes comicios

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