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Nicaragua: Ortega retorna en escenario diferente

AP
Lunes, 08 de Enero de 2007

El sandinista Daniel Ortega retornará al poder el miércoles en un escenario muy distinto al que conoció hace dos décadas como líder revolucionario. Foto:PI/Laura GOTO       ver galería

Managua, Nicaragua. 8 de enero. El sandinista Daniel Ortega retornará al poder el miércoles en un escenario muy distinto al que conoció hace dos décadas como líder revolucionario: el clima de guerra quedó en el pasado y hoy enfrenta la oportunidad de aprovechar la globalización para aliviar los agudos problemas sociales de Nicaragua.

El antiguo comandante guerrillero, de 61 años, gobernará un país que ha dado pasos significativos en el campo democrático y de la libertad de expresión, según los analistas.

Esos cambios "han sido pasos graduales e importantes que marcan una diferencia importante en la Nicaragua de hoy", planteó a la AP el analista Michael Shifter, del centro de investigaciones de Diálogo Interamericano, con sede en Washington.

Sin embargo, la pobreza sigue atormentando a la mayoría de la población, y por eso se le presenta al líder sandinista como el reto más grande y urgente.

En Nicaragua, al igual que en Centroamérica, "lo que ha cambiado es que con estas políticas neoliberales ha habido una flexibilización de la fuerza laboral y mayor apertura hacia el comercio", aunque no han tenido mayor efecto en la lucha contra la pobreza, señaló Marcos Gandásegui, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales de América Latina.

Ortega asume al poder el miércoles con el enorme desafío de mejorar las condiciones de vida de casi el 80% de la población, su principal promesa de campaña.

En este sentido, un sondeo de la firma M & R Consultores publicado el lunes en el diario La Prensa señaló que un 67% de los nicaragüenses sí cree que el gobierno de Ortega traerá prosperidad al país, mientras un 19% opinó lo contrario. Además, un 50% estima que mejorará su situación política y económica en un año.

La encuesta realizada a 1.800 personas entre el 21 y el 28 de diciembre tuvo un margen de error de 2,3 puntos porcentuales.

A diferencia de su primer gobierno, el sandinista deberá buscar un "equilibrio" y "balance" para encarar exitosamente su quinquenio, aunque sin pretensiones de esperar grandes cambios, apuntan los analistas.

Los aliados serán cruciales tanto en el ámbito político como en el económico, ya sea en lo local y en lo externo. De ello dependerá en buena medida el impulso de nuevas inversiones, mercados para la producción agropecuaria y la creación de nuevos empleos.

Pero "balance" no fue precisamente la fórmula de hace décadas, cuando Ortega se alineó al bloque de la Unión Soviética, tras derrocar el régimen de Anastasio Somoza.

Como gobernante (1979-1989) instauró un régimen socialista en el que centralizó la economía e impuso el servicio militar obligatorio. Enfrentó un bloqueo económico y una guerrilla financiada por los Estados Unidos, que dejó al país en la bancarrota.

Ahora, en la era de la globalización, los países pequeños y pobres como Nicaragua no pueden darse el "lujo" de perseguir "una sola opción", apuntó Shifter. Los países tienen que tener "una combinación de relaciones, sino sería muy difícil tener un desarrollo mínimo".

La pobreza en Nicaragua es "demasiado grave" para "jugarse totalmente por un lado o por el otro", agregó Shifter en relación a que Ortega deberá decidir si busca normalizar las relaciones con Washington o si sigue cultivando su amistad con el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez.

Ahora "los gobiernos son menos ideológicos y más pragmáticos", consideró. Y Ortega "es bastante más maduro, fue muy joven cuando gobernó".

De hecho el sandinista ya se comprometió a mantener el tratado de libre comercio de Centroamérica con Estados Unidos y prometió respetar las inversiones extranjeras, a la vez que mantiene su cercanía con Chávez, lo que podría traducirse en importantes acuerdos energéticos.

Shifter estimó que incluso el hecho de que Ortega fuera por muchos años un enemigo de los Estados Unidos y que haya sido figura polémica de la Guerra Fría", "no debería impedir una relación fructífera" con Washington.

Pero "hay que ver cuáles son las medidas que comienza a tomar Ortega", estimó.

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