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Señales contradictorias provocan ataque a aliados afganos

Jason Straziuso/AP
Sábado, 03 de Febrero de 2007

Un convoy de militares se dirigen hacia donde fue el ataque aun "confuso". Foto:AP       ver galería

Darnami, Afganistán, 3 de febrero. Cuando el estruendo de los disparos despertó a Mohammad Shakif en la madrugada, estaba seguro de que los atacantes eran terroristas del Talibán o al-Qaida dispuestos a castigar a su familia por su relación estrecha con el gobierno afgano.

Encerrado con nueve parientes cercanos en su vivienda en la provincia oriental de Khost, escuchó que un hombre con acento de la ciudad sureña de Kandahar _un ex bastión del Talibán_ les ordenó que salieran en medio de una noche gélida de invierno.

"Salgan y estarán a salvo", dijo el hombre.

El padre de Shafik, Mohammad Jan, un funcionario del Ministerio de Agricultura, tomó un arma.

"Le dije a mi padre. 'No salga, es al-Qaida"', relató Shafik, de 23 años. "Cuando abrió la puerta comenzaron los disparos. Las balas entraban por las ventanas y puertas. Pude escuchar por la voz de mi padre que estaba herido".

Khadijah, la hermana de 13 años de Shafik, corrió hacia su padre para ayudarlo, pero en ese momento una explosión abrió de golpe la puerta y la adolescente resultó herida de muerte. El padre permaneció desangrándose en el frío durante horas hasta que fue retirado, pero más tarde murió.

La familia supo demasiado tarde que los agresores no eran milicianos en busca de simpatizantes del gobierno del presidente Hamid Karzai, sino soldados de Estados Unidos.

Cuando terminó la incursión militar del 12 de diciembre en la aldea de Darnami, cinco civiles estaban muertos, entre ellos dos hombres que fueron ultimados mientras corrían para escapar de lo que creyeron era un ataque del Talibán. Se había asestado otro revés a los intentos por conquistar la confianza de la población, mientras los milicianos del Talibán y al-Qaida se reponían de la derrota sufrida a manos de las fuerzas internacionales encabezadas por Estados Unidos en el 2001.

Las decenas de soldados estadounidenses provistos de lentes de visión nocturna que rodearon la zona actuaron con base a "información confiable de inteligencia" de que en el área se encontraba un subcomandante terrorista implicado en ataques a retenes cerca de la frontera con Pakistán, dijo el coronel Tom Collins en su papel de vocero de la coalición internacional.

Pero los datos de inteligencia estaban al parecer equivocados. No se encontró a ningún terrorista ni evidencia incriminatoria alguna. Un mes después, la casa de Shafik todavía muestra las secuelas del ataque: impactos de bala en los muros y hoyos en el espacio de las puertas.

La operación fue "una confusión", expresó el gobernador provincial Arsallah Jamal.

De los cuatro hermanos que vivían en el predio, cuatro trabajaban en el gobierno. "Y hay pocas razones para sospechar que fueran elementos antigubernamentales", dijo a The Associated Press.

"En cuatro años y medio hemos logrado mucho y no debemos abrirle la puerta al enemigo", señaló Jamal. "Este tipo de operación es un contratiempo serio".

Y no es el primero.

En el 2006 hubo un repunte de la violencia que dejó 4.000 muertos, de los cuales 600 fueron civiles muertos por acciones de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte o de Estados Unidos, según la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos.

Desde el 2002, Karzai ha acusado en público y en repetidas ocasiones a Estados Unidos de actuar con mano dura en sus operaciones contra el terrorismo. El mes pasado, la cifra de civiles muertos le arrancó lágrimas durante un discurso público. Estados Unidos ha dicho desde entonces que ha modificado sus tácticas para reducir las muertes de civiles, pero el número ha aumentado con la intensificación de los enfrentamientos.

El año pasado, el Talibán mató también a numerosos civiles al lanzar un número récord de atentados suicidas con explosivos y se enfrentó a los miles de soldados de la OTAN y de Estados Unidos que fueron despachados por primera vez a los entonces bastiones de la milicia en el sur del país.

El contingente de la OTAN tiene el compromiso de defender la seguridad y el desarrollo de Afganistán, pero se encuentra en el límite de su capacidad y recurre a menudo a ataques aéreos en zonas residenciales donde supone que hay milicianos escondidos.

La alianza reconoce que demasiados civiles fueron muertos el año pasado, y promete poner remedio. La promesa será puesta a prueba en la primavera para cuando se anticipa una nueva ofensiva del Talibán.

Las fuerzas estadounidenses dijeron que la incursión en Darnami fue una operación conjunta con los militares afganos, en una acción destinada a mejorar la capacidad de las unidades incipientes de la policía y el ejército del país. Los parientes de las víctimas afirman que la gran mayoría de los soldados eran estadounidenses.

El gobernador suplicó a Estados Unidos que solicite la asistencia afgana antes de lanzar operaciones nocturnas.

"Con estas operaciones no debemos crear más enemigos. Estamos en posición de reducir los errores", dijo.

El ataque en Darnami ilustra ese tipo de errores.

Mientras Shafik y su familia se ocultaban en su sanitario, en el otro extremo del predio, tíos de Shafik creyeron también que eran atacados por el Talibán.

Un tío, Afisullah, director de un municipio, dice que tomó un arma e hizo tres disparos para alertar a otros pobladores. Sahebdine, de 70 años, y su hijo, Taher Khan, de 30, corrieron al rescate con armas en las manos en respuesta a un llamado reciente del gobierno para que fungieran como vigilantes vecinales contra el Talibán. Ambos fueron muertos.

En una casa de adobe contigua, otro tío, Safaras Jan, un funcionario del servicio afgano de inteligencia, salió también con un arma en la mano y fue muerto de inmediato por un disparo en la cabeza.

En la casa de Shafik, el hermano mayor de la familia, los soldados sacaron a rastras a su esposa, hermanas y hermanos del sanitario oscuro en que estaban refugiados. La madre de Shafik, Zartellah, de 45 años, intentó protegerlo de los soldados y recibió una golpiza. Dijo que fue arrojada al piso y pateada en al menos diez veces, lo cual la obligó a permanecer cuatro días en cama.

En el ínterin, el jefe de la familia pedía ayuda a gritos mientras se desangraba. La familia quiso ampararlo del frío con una cobija. Según Shafik, los soldados lo impidieron.

Shafik y sus parientes afirmaron que los soldados les robaron al menos 50.000 dólares en oro y efectivo. Collins dijo que de los predios registrados por los soldados no se sustrajeron pertenencias, armas ni dinero.

Dos días después de la incursión, centenares de pobladores bloquearon la carretera principal de la región en protesta. Ahmad Massood, de 30 años y vigilante de un mercado en la ciudad cercana de Khost, dijo que ese tipo de muertes "ocurre todo el tiempo" y aumentan las dudas sobre la presencia de los soldados estadounidenses.

"Si en verdad cometen estos actos de crueldad, deben marcharse", consideró. "Dicen que están aquí para reconstruir, no para ser tiranos".

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