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Despenalizar el aborto iría a favor de la Salud Pública: Juliana González

Gloria Marvic Garcia/PI
Miercoles, 11 de Abril de 2007

Es un asunto de justicia social, porque afecta a las más pobres del país: Juliana González. Foto:PI/Octavio NAVA       ver galería

Es un asunto de justicia social, porque afecta a las más pobres del país: Juliana González.

México D.F. 11 de abril.- Con más de cincuenta años como alumna, profesora y figura ejemplar de la Universidad Nacional Autónoma de México, la filósofa emérita, Juliana González subirá mañana al podium para recibir el reconocimiento Honoris Causa junto a figuras como Giovanni Sartori, Fernando Savater y Ricardo Lagos.

Satisfacción que compartió con la comunidad universitaria mediante una Magna conferencia centrada en los temas de la bio-ética, la investigación genética y la libertad. Temas en los que, ineludiblemente, encajó un serio análisis sobre el controversial tema de la despenalización del aborto que se discute en estos días en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

“No creo que haya ningún ser sensato que pueda estar a favor del aborto – señaló con la profunda convicción humanista que rigió su exposición – Pero si he hecho público y lo sigo haciendo público estoy a favor de la despenalización del aborto por razones de carácter social razones de carácter de salud pública”, aseguró.

De acuerdo con la también comisionada del Comité de Ética del Consorcio Promotor del Instituto de Medicina Genómica, la penalización del aborto afecta principalmente a las mujeres con peores condiciones de vida. Lo que la lleva a concluir que en realidad el problema no radica en la despenalización del aborto, sino en enfrentar la pobreza. “Es hora de enfrentar la pobreza”, eso sí es verdaderamente ético, sentenció.

Ya con anterioridad, la profesora se había referido a otros problemas del ámbito moral que atraen la modernidad, tales como el error que comete la humanidad al “privatizar” la vida con fines de mercado, como actualmente lo realizan algunos laboratorios, los avances en la “clonación” de especies y los conflictos morales que eso atraería para la nueva vida que se genera.

“Hay una diferencia muy pequeña (genómicamente hablando) entre el ser humano y el chimpancé, ya que tienen un genoma 90% idéntico”, sin embargo – acotó – la diferencia entre uno y otro da cabida a la posibilidad de generar un lenguaje y un cerebro más grande, el cual es la base biológica de la libertad. Mientras que lo que hace diferente al ser humano que existió hace 100 mil años al de hoy es la acumulación de conocimiento que nosotros llamamos cultura.

Sin embrago, señaló, esta libertad trae consigo dos posibilidades: que el ser humano pueda deshumanizarse o vivir con infinita humanidad, “el hombre tiene mil rostros, es un prometeo” por ello su historia es de vida o de muerte, es decir, cavila entre los dos polos en donde la libertad se convierte en la posibilidad de atraer el mal al mundo, con la devastación de su medio, y de sí mismo.

O, por el contrario, el ser humano puede aprovechar esa libertad a favor de la vida, concebida ésta como un movimiento de la libertad misma. Pero ello sólo es posible si se tiene una libertad conciente. Es precisamente esta tesis la que conduce a la especialista en ética biológica a percibir una esperanza en la especie humana, el embrión de un “Renacimiento”.

Demostrar que la libertad “no es sólo el terror” sino el medio por el cual viene la bondad al mundo tendiente a la salud y no a la enfermedad, o lo que es lo mismo, donde los avances tecnológicos dan una esperanza de vida y bienestar, pero ello depende de que el ser humano se decida a vivir “dormido o despierto”.

Otro tema de gran preocupación para la filósofa mexicana es el de la ética. “El hombre trae la contradicción en sí mismo y la ciencia genómica tiene esa potencialidad de deshumanizarnos, de que la genética o la farmacéutica vengan a darnos la ética”. Me parece especialmente inquietante que un sujeto que ingiere catorce pastillas de “Prozac” (un medicamento antidepresivo) pueda ser infinitamente bueno, amable y tranquilo, es decir, “para qué una lucha moral si catorce pastillitas pueden hacer más por ti que veinte años de psicoanálisis”, ejemplificó.

“Si duda la genética puede otorgarnos una mejor salud que nos puede ayudar a ser más libres, lo que tenemos que decidir es si tenemos la capacidad de manejarlo. Si no hay ética no sé que vamos a hacer con la medicina”. Y en ese sentido, sería fatal que nuestro país se fuera rezagando eso sólo ocasionaría que fuese más “dominado”, finalizó.

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