En la Ciudad de México, 5 opciones para escapar al campo
Paul Kiernan/AP
Jueves, 15 de Noviembre de 2007
| El DF tiene suficiente potencial para deleitar al que busca un contacto con la naturaleza. Foto:AP
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México, 15 de noviembre. Quizás la primera imagen a la que remite la Ciudad de México es la de una metrópolis con tránsito desquiciado, secuestros y contaminación del aire. Esta ciudad de 20 millones de habitantes parecería el último lugar donde un visitante podría encontrar ambientes naturales esplendorosos.
Pero rodeada de volcanes nevados, hermosos bosques de pinos que asemejan un paisaje alpino y zonas con vegetación más tropical, todo a unas dos horas de camino en automóvil o autobús, la capital mexicana tiene suficiente potencial para deleitar a todo aquel que busca un contacto con la naturaleza.
Quienes se sienten agobiados por el caos de la urbe, no están muy lejos el aire fresco ni los espacios abiertos que los libren de su claustrofobia.
A continuación, cinco opciones para escapar al campo, incluso en visitas de un solo día, desde la Ciudad de México:
CERRO DEL TEPOZTECO.
Ubicado a una hora de camino, al sur de la ciudad, este cerro es muy fácil de encontrar. Hay que tomar un autobús al poblado de Tepoztlán y caminar por la calle principal hasta que se convierte en un sendero que comienza a serpentear en su ascenso de unos 300 metros hacia la colina.
En la cumbre, el visitante encontrará uno de los sitios arqueológicos más curiosos de México: Una pirámide de 10 metros de altura, construida en el siglo XII.
Después de esa expedición, nada mejor que sentarse en la parte más alta de la pirámide, bañada por el sol, con los pies colgando hacia el vacío, mientras se disfruta un bocadillo y la vista imponente del valle que está abajo.
PARQUE NACIONAL DESIERTO DE LOS LEONES
Ubicado en una zona montañosa, justo al poniente de la ciudad, este parque es tan atractivo por su significado histórico y cultural como por su topografía accidentada y sus bosques de coníferas, con árboles de altura imponente.
El sitio "ni es un desierto ni tiene leones", bromean los habitantes locales. Se trata de un lugar de retiro para los mexicanos desde que los monjes carmelitas construyeron un monasterio ahí, hace casi 400 años. Sus densos bosques sirven como un importante "pulmón" para transformar una parte del bióxido de carbono que genera la ciudad a sus pies.
El monasterio, que sigue en pie, está abierto al público, y es fácil encontrarlo en la entrada del parque. El Desierto de los Leones es un lugar de visita popular entre las familias capitalinas y cualquier taxista sabrá llegar ahí.
Una caminata cuesta abajo llevará a un arroyo y al estanque de un molino. De ahí, se puede tomar alguno de los varios senderos que se ramifican desde el camino principal, a lo largo del río. Las pequeñas y ruinosas casas ubicadas en el camino son ermitas construidas hace cientos de años por los monjes.
Antes de volver a la ciudad, hay que degustar un chocolate caliente en el restaurante adyacente al terreno donde se aparcan los vehículos.
PASO DE CORTES.
Localizado entre los dos famosos locales que se yerguen junto a la ciudad --el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl--, este paso montañoso es el lugar desde donde el conquistador español Hernán Cortés divisó por vez primera el Valle de México.
Para llegar al lugar, hay que viajar dos horas en autobús al poblado de Amecameca y abordar un taxi en la calle. El conductor sabrá llegar.
El paso se ubica a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar. Los volcanes "Popo" e "Izta" son el segundo y tercer pico de mayor altura en México, respectivamente --5.426 y 5.229 metros--. En un día despejado, la vista de las montañas desde el paso es impresionante.
Los caminos de tierra que parten del paso atraviesan algunas colinas bajas y magníficos bosques, mientras la nieve cae en la cumbre de los volcanes.
Una posada en el área del estacionamiento vende bebidas, bocadillos y sopa caliente.
PARQUE NACIONAL CUMBRES DEL AJUSCO
Esta sierra, que ocupa al menos un tercio del Distrito Federal donde se encuentra la capital mexicana, representa seguramente el ambiente natural más extenso aledaño a la metrópolis, aunque los suburbios crecientes suben cada vez más alto por sus faldas.
En la cima del Cerro del Ajusco, ubicada a 3.930 metros, todo es paz.
Varios caminos recorren el parque, pero la cumbre es muy fácil de encontrar: Simplemente no hay que dejar de subir. La caminata se realiza entre espesos bosques de pino.
Es mejor subir al Ajusco en un día despejado y soleado, cuando se pueden ver los alrededores, la ciudad al norte y quizás el Izta y el Popo al sureste.
NEVADO DE TOLUCA
La cuarta montaña más alta de México, el Nevado de Toluca, es un volcán extinto que se yergue solitario al oeste de la ciudad.
Es el pico alto al que más fácil puede llegarse en el país, con una carretera que sube por sus laderas, hasta un territorio por encima de las copas de los árboles, y justo al lado del cráter, localizado a unos 4.206 metros sobre el nivel del mar.
La mejor forma de llegar al volcán es mediante un autobús a la ciudad de Toluca. De ahí, se recomienda alquilar un auto o tomar un taxi.
Una vez en la montaña, el visitante querrá explorar el paisaje del cráter, parecido a la superficie lunar, así como los dos lagos fríos, color de turquesa, o subir a la cumbre.
Aunque se cubre de nieve en los meses de invierno, el Nevado puede recorrerse generalmente sin experiencia de alpinismo en el verano.
CONSEJOS
-Prácticamente no llueve en la Ciudad de México entre octubre y mayo, lo que hace de esa época la ideal para estos paseos.
-La capital se ubica a más de 2.133 metros sobre el nivel del mar. Salvo por el recorrido del Tepozteco, los demás se realizan por encima de esa altura. Quienes no están acostumbrados a la altura, deben pasar al menos un día caminando en la Ciudad de México antes de realizar un esfuerzo físico considerable.
