Indocumentados desisten cada vez más de cuzar la frontera
Olga R. Rodriguez/AP
Jueves, 01 de Mayo de 2008
| La disminución de la inmigración ilegal ha provocado escasez de mano de obra. Foto:PI/Adrian SANCHEZ
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SASABE, México. Las calles arenosas de Sasabe están desiertas. Los contrabandistas de emigrantes tienen que buscar clientes en los refugios de los pueblos fronterizos con Estados Unidos. Los inmigrantes deportados desisten después de un solo intento y aceptan resignados los viajes gratuitos de regreso en autobús.
Una ofensiva estadounidense está ocasionando la más prolongada y significativa disminución en el número de cruces ilegales desde México después de los ataques terroristas del 2001. Las autoridades dicen que la depresión económica en Estados Unidos, una seguridad más estricta y un viaje más peligroso y caro están haciendo que muchos desistan pronto en su intento.
Los arrestos de la Patrulla Fronteriza han disminuido este año un 17% en la frontera con México después de caer el 20% en todo el último año fiscal y el 8% el año inmediatamente anterior. Aunque es imposible saber cuánta gente cruza ilegalmente la frontera, la Patrulla usa el número de detenciones para calcular el flujo humano.
La disminución de la inmigración ilegal ha provocado escasez de mano de obra a lo largo y ancho de los Estados Unidos y varios estados están considerando programas de trabajadores temporales, particularmente en campos de cultivo, donde se están arruinando los productos alimenticios.
Asimismo los mexicanos en Estados Unidos están empezando a enviar menos dinero en sus habituales remesas a su país.
Las remesas habían subido al principio de la década hasta convertirse en la mayor fuente de ingresos del exterior detrás de las exportaciones de petróleo. Pero subieron apenas el 1% en el 2007 hasta alcanzar 24.000 millones de dólares, y en el primer trimestre del 2008 bajaron casi el 3% respecto del mismo período del año anterior, dijo esta semana el banco central mexicano.
Adolfo Vásquez, un agricultor de 41 años del sur de México, recogió frutas durante tres años en el estado de Washington. El año pasado tuvo que hacer dos intentos para llegar a su trabajo en territorio norteamericano. Esta vez había caminado durante cuatro noches hasta que los agentes fronterizos lo atraparon. Y ya no piensa volver a intentar el cruce.
"Es muy descorazonador porque cada vez se pone el doble de difícil", comentó Vásquez, que descansaba bajo una carpa de primeros auxilios para deportados en Nogales. "Vamos a ir a Los Cabos o a Tijuana. Oímos que había trabajo allí".
El número de inmigrantes devueltos que vuelven a intentar el cruce por el corredor desértico al oeste de Sasabe ha caído del 80% al 40% desde enero, dijo el vocero José González de la Patrulla Fronteriza. Los agentes mantienen los registros de las huellas dactilares de todos los detenidos y pueden identificar a los recurrentes aunque den nombres falsos.
Las autoridades estadounidenses atribuyen la caída a la mayor seguridad y a un nuevo programa en el sector de Tucson que desde que comenzó en enero ha procesado a más de 3.000 inmigrantes por cruzar ilegalmente. Enfrentan sentencias de cárcel de unos pocos días a seis meses.
Pero ninguno de los inmigrantes entrevistados por la Associated Press sabía de este nuevo programa. Los que volvían deportados dijeron que los principales disuasivos eran la seguridad más estricta y los peligros del desierto, incluyendo bandidos que roban e incluso violan a los inmigrantes a ambos lados de la frontera.
La Patrulla Fronteriza agregó 200 agentes desde el año pasado al sector de Tucson, y actualmente unos 3.000 agentes exploran el vasto desierto en busca de inmigrantes ilegales en camión, a caballo, en helicóptero o en vehículos todoterreno. Ahora hay cuatro aviones no tripulados en busca de indocumentados y narcotraficantes, como también dos nuevos muros de 3,65 metros (12 pies) de alto con postes de acero cerca de Nogales y en Sasabe.
Simultáneamente, los narcotraficantes mexicanos han empezado a cobrar peaje para el acceso a las principales rutas a Arizona.
Como consecuencia la organización de rescate de emigrantes del gobierno mexicano, Grupo Beta, ha visto este año un aumento del 257% en el número de gente que solicita pasajes de autobús con descuento para volver a casa. Hasta ahora, 2.500 personas en Nogales y Sasabe los han pedido en lo que va del año, mientras que en todo el 2007, el Grupo Beta sólo recibió 700 solicitudes.
"No damos abasto con tanta gente que regresa", dijo Enrique Enríquez, coordinador del Grupo Beta en Nogales. Dijo que su cuadrilla de rescate se pasaba el día transportando a los inmigrantes a una estación de autobuses.
María Fernández, de 25 años, hizo su primer cruce con su marido después que ambos fueron despedidos de una tienda por departamentos en el estado de Puebla. Amigos suyos en Nueva York se ofrecieron a ayudarles a conseguir trabajo. Primero viajaron hasta Altar, un pueblo agrícola a 113 kilómetros (70 millas) al sur de Sasabe, un lugar de concentración para los que se dirigen a Arizona.
Allí tuvieron que pagar unos 50 dólares para que los narcotraficantes les permitieran seguir hacia el norte, y otros 30 dólares por una camioneta que los llevó a ellos y a otros 25 inmigrantes hasta Sasabe.
Caminaron cuatro noches por el desierto cubierto de mezquites, donde fueron robados. Se escondieron de agentes de la Patrulla Fronteriza por lo menos cinco veces. Pero cuando llegaron a la carretera donde iban a abordar un vehículo, fueron divisados desde un helicóptero.
Ahora Fernández aguardaba en Nogales que su marido fuera deportado, como lo había sido ella.
"No voy a intentarlo de nuevo porque es muy difícil y, siendo mujer, una arriesga mucho", dijo.
La ofensiva ha hecho que los "coyotes", como se llama a los contrabandistas de inmigrantes, estén más desesperados por conseguir clientes. Si hay menos interesados, bajan sus ganancias.
Francisco Loureiro, que opera un refugio para inmigrantes en Nogales, dijo que cuando los inmigrantes empezaron a llegar en enero, el comienzo de la temporada alta, divisó contrabandistas que trataban de conseguir clientes en el refugio.
Ahora, la policía local visita el refugio tres veces por noche.
"Los agentes hallaron que los contrabandistas llevan armas e incluso drogas", dijo Loureiro.
Durante temporadas anteriores de máximo movimiento, las camionetas y furgonetas llegaban atestadas de gente a Sasabe y de allí se dirigían a los puntos de concentración donde los inmigrantes iniciaban su larga caminata. El pueblo de 1.500 residentes podía ver triplicarse su población con los itinerantes.
Ahora los negocios están cerrando y por lo menos seis guaridas y hoteles han quedado sin terminar, dijo la administradora municipal Ramona Flores. Los expertos fronterizos calculan que el 70% de los residentes se ganan la vida con la inmigración ilegal.
Una tarde reciente, apenas ocho hombres aguardaban a su coyote cerca de una pila de chatarra.
"Se supone que sea temporada alta, pero en un día lo más que he visto es entre 300 y 400 inmigrantes", indicó Flores.
Juan Luna, un albañil de 39 años del estado de Guanajuato, dijo que se dirigía a Oklahoma para trabajar como lavaplatos en un restaurante. Pero después de caminar dos noches por el desierto, los atraparon a él y a otras cinco personas.
"Estados Unidos es adonde van los que carecen de recursos", dijo Luna en la estación de autobuses de Nogales, donde aguardaba el viaje de regreso. "Era una pequeña puerta que todavía teníamos abierta. Pero la están cerrando, y ahora no sabemos qué vamos a hacer".