01 de Mayo de 2024 | La Realidad Política
El Discurso - La realidad política  El Discurso - FacebookEl Discurso - Twitter

La infancia mexicana de Bill Richardson

Julie Watson/AP
Jueves, 25 de Enero de 2007

"Billy" vivió en México hasta los 13 años, cuando su familia lo envió a un colegio en Estados Unidos. Foto AP       ver galería

México, 25 de enero. La amistad de Bill Richardson, primer aspirante hispano a la presidencia de Estados Unidos, con Ernesto Miranda nació cuando éste último, con ropas harapientas, cargaba dos baldes y llamó a la residencia de la familia de Richardson en el estado de México para pedir por agua.

Cuando le abrieron la puerta, "Billy" le pidió que se quedara para jugar.

Después de eso, todas las tardes, Ernesto dejaba sus libros escolares en la choza de su familia y se iba a la lujosa hacienda de Richardson, hijo de un adinerado ejecutivo bancario estadounidense y de una mexicana.

Durante la década de los 50, Ernesto y Billy compartieron sus universos tan distintos, cada uno en el extremo opuesto de la sociedad mexicana, la de los ricos y pobres. Fue una experiencia profunda y formadora para quien anunció hace unos días que se presentaba a las primarias de su partido para aspirar a la Casa Blanca.

"Mi padre estaba muy orgulloso de su hijo estadounidense, y mi madre muy orgullosa de su hijo mexicano. Ese orgullo me lo inculcaron y crecí honrando a Estados Unidos y México", dijo Richardson en su biografía "Between Worlds: The Making of an American Life".

El candidato demócrata no comentó a The Associated Press sobre su amistad con Miranda, pero su vocero de campaña, Pahl Shipley, confirmó que Ernesto era un amigo de la infancia.

El padre del Billy, William Blaine Richardson, era el gerente en Ciudad de México de First National City Bank of New York _ hoy conocido como Citibank _ y envió a su esposa, Maria Luisa Collada, a que diera luz en Pasadena, California, para evitar cualquier problema con la ciudadanía estadounidense de Bill.

"Billy" vivió en México hasta los 13 años, cuando su familia lo envió a un colegio en Estados Unidos. Pero para entonces, su infancia lo había marcado.

Fue Ernesto el que presentó a Bill a otros niños de la "ciudad perdida", el barrio pobre que rodeaba a la hacienda de la familia Richardson. Los niños pobres eran bienvenidos en la casa, para ver televisión por la tarde

"Metía a todos a su casa, hasta los mas pobrecitos. No hizo una distinción", dijo Ernesto, quien hoy tiene 63 años, a la AP.

El padre de Bill construyó una especie de campo de béisbol sobre un terreno de maíz, donde los niños se autoproclamaron "Los Yankees de San Francisco", una mezcla del equipo de béisbol favorito de Billy en Estados Unidos y el barrio donde vivían.

A los mejores jugadores, la familia de Richardson les pagó la inscripción en una liga de béisbol de menores en Ciudad de México.

Ernesto recuerda que Billy defendía a sus amigos pobres cuando sus compañeros ricos le preguntaban "'¿Porque andas con ellos? Son bien sucios. Te pueden contraer algo, una enfermedad'. Billy les decía que ustedes son los mas marranos. Ellos son mis amigos".

Ernesto se lamenta de no haber aprovechado algunas de las oportunidades que le dio la familia de Richardson, incluyendo el pago de una escuela privada. Decidió salirse para ganar dinero como chico de entrega de tortillas.

Cuando su noviq quedó embarazada, dijo que la familia de Richardson le pagó para que se casara en una iglesia colonial reservada para las bodas de élite. El padre de Billy también le dejó a Ernesto y a su esposa vivir en su casa de vacaciones durante cinco años.

"Siempre querían que supiera, me desarrollara, pero yo era tonto", dijo.

Ernesto tuvo el mismo trabajo durante 40 lustros, hasta el año pasado, cuando lo atropelló un coche. Ahora camina con un bastón y vive en un pequeño terreno en el que tienen casas sus cinco hijos, tres nietos y cuatro de sus cinco hermanos.

Ernesto perdió contacto con Bill hace años, pero aún conserva una foto de ambos juntos. Dijo que ha seguido su carrera, viendo como negociaba con Saddam Hussein, Fidel Castro y los norcoreanos.

Espera encontrárselo de nuevo alguna vez.

"Sería mi ilusión más grande, poder platicar con Billy. Sería como ir a Disneylandia", concluyó.

Copyright © 2024 El Discurso · eldiscurso.com.mx
powered by

Visitas: 12133507