23 de Abril de 2024 | La Realidad Política
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Opiníon
por: ERNESTO OSORIO
SAFE en HOME – El Pinocho de la Cuauhtémoc
Está por cumplirse el primer mes de gobierno en las nuevas Jefaturas Delegacionales y más que escuchar proyectos, programas, aspiraciones o alternativas de solución a los problemas que vivimos los capitalinos, hemos escuchado quejas, denostaciones y denuncias sobre los gobiernos que dejaron el cargo.

Me refiero por supuesto a los gobiernos delegacionales de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador.

Desde el día en que tomaron posesión de sus cargos, los Delegados Pablo Moctezuma de Azcapotzalco, Claudia Sheinbaum de Tlalpan y Ricardo Monreal de Cuauhtémoc se han dedicado a evidenciar las condiciones infames en que les dejaron la administración sus antecesores amarillos.

Saqueos de mobiliario, nóminas abultadas por aviadores, lujos personales en áreas públicas de servicios como el hecho de tener un baño particular en un deportivo, fueron “joyas” que los medios de comunicación se tragaron para hacer alarde de los “excesos” que tenían los Delegados del PRD.

Y digo que se lo tragaron porque por años esas irregularidades eran visibles, evidentes, pero nadie hacia caso de esos hechos.

Tenía que llegar un figurón, alguien con nombre público para que “fuera nota”, o debió existir un compromiso pactado con los Delegados de Morena para concederle importancia a sus denuncias.

Éstos últimos entienden muy bien el proceso mediático y lo aprovechan para posicionar su marca, su estilo antes de empezar a trabajar. Eso no tendría nada de malo si no fuera por los excesos en que ha incurrido uno de ellos.

El Jefe Delegacional en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, no ha dado tregua para evidenciar las corruptelas y tropelías que se cometían en esa demarcación por parte de sus antecesores.

Desde antes de ocupar su puesto, el ex gobernador de Zacatecas instaló una mesita en la explanada de la sede delegacional para escuchar de los vecinos sus quejas y comenzar a enlistar los problemas a los que se iba a enfrentar.

¿Es en verdad una preocupación del gobernante delegacional conocer los problemas de los vecinos para darles una solución?

Por supuesto que no.

Monreal se ha instalado en la ruta mediática para posicionarse con un solo propósito: alcanzar una candidatura hacia el 2018, ya sea para la Presidencia de la República o por lo menos para la Jefatura de Gobierno.

La máxima que reza “el fin justifica los medios”, atribuida a Nicolás Maquiavelo, significa que un gobernante debería utilizar todos los medios disponibles a su alcance, sin limitarse por la moral o la ética, con el objetivo de conseguir una meta que lo merezca.

Eso, es lo que ha hecho Monreal.

Sin embargo, en su loca carrera por atraer los reflectores y ocupar las primeras planas de los diarios, el ex gobernador de Zacatecas se excede y pone en duda su credibilidad.

Engañar a la opinión pública con denuncias escandalosas no es lo que esperaban los vecinos de la Cuauhtémoc cuando decidieron votar por él, (eso, si es que lo hicieron voluntariamente y no fueron “comprados” por los operadores políticos de López Obrador).

En sus primeros días como Delegado, Monreal convocó a la prensa para visitar las distintas áreas de trabajo de la Delegación y encontrarse con una gran cantidad de trabajadores de base que no hacían nada. Esperó paciente la hora de entrada y evidenció retardos y ausencias de empleados.

¿Qué ganó con esto? Simplemente revisar la nómina y encontrarse con una lista de cerca de 200 “aviadores” y que ahora ocupan sus cargos para no dejar que les quiten la plaza que les dio un sindicato.

Para mostrar que hace algo, Monreal ordenó suspender las horas extras y sancionar los retardos que nadie registraba.

¿Y eso resolvió el problema de fondo? Claro que no.

El mismo Monreal en una entrevista televisiva asegura que no puede despedir a esos trabajadores pues “están sindicalizados y porque la mayor parte de ellos dependen de ese empleo”.

¿Entonces para qué hacer público un problema que no va a poder o no quiere resolver?

Otro exceso en los que ha incurrido el Delegado morenista es el supuesto hecho que intentó evidenciar como un acto de extorsión, al mostrar fajos de billetes por un millón y medio de pesos que recibió en sus oficinas el pasado 11 de octubre.

Monreal no se equivocó al convocar primero a los medios de comunicación, y luego pensar en presentar una denuncia.

Su intención era muy clara: montar un espectáculo mediático para atraer los aparadores a su persona, sin darle importancia a un hecho que a todas luces debió ser denunciado, primero ante el Ministerio Público, y luego ante cámaras y micrófonos.

Con su convocatoria, el Jefe Delegacional no solo ofendió la inteligencia de los medios de comunicación al pretender vender una verdad sin sustento, sino además a la opinión pública.

Recibir de manera anónima esa cantidad de dinero y no registrar el remitente es algo que nadie se traga. Sólo alguien por encargo, o con un interés muy claro para obtener algo a cambio, se atrevería a creer semejante mentira y hacerla pública.

Dice Ramón Nieto, un teórico español de la comunicación política que la actividad periodística y la de los políticos van de la mano y esta relación resulta absolutamente indisoluble:

“La misión del periodista es informar a los ciudadanos, aunque no se puede negar que el periodismo es un negocio como cualquier otro y se mueve por intereses económicos.

“Un periodista no debe olvidar en ningún momento que debe trasmitir a los ciudadanos no sólo lo que los políticos dicen qué es, sino lo que realmente es, aunque los políticos intenten mentir o no decir toda la verdad ya que siempre existirá un sector más o menos amplio de la población que no esté de acuerdo con lo que dicen”.

La conducta mostrada por aquellos medios que dieron credibilidad absoluta a la denuncia de Monreal faltaron a esa obligación que nos refiere Nieto, pues antes de hacer pública la versión del Delegado debieron investigar directamente si el dinero mostrado en verdad fue entregado por dos desconocidos y cuál era su procedencia.

Esta vez, Monreal ha hecho Safe en Home, gracias a quienes le han comprado sus puestas en escena y resulta lamentable que la oferta política de limpiar la casa que hizo el zacatecano a los habitantes de una Delegación tan importante como la Cuauhtémoc haya sido sólo un parapeto para utilizar el cargo con fines meramente electoreros.

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