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Contra Insurgencia Practica del Estado Mexicano

ElDiscurso/El Insurgente
Martes, 16 de Septiembre de 2014

Subersivos Zapatistas ejecutados en Ocosingo por Ejercito Mexicano 1994. Foto Archivo Navapictures       ver galería

Hemos hablado en más de una ocasión sobre la estrategia y la táctica contrainsurgente que el imperialismo y el Estado mexicano aplican para abortar, contener o sofocar procesos revolucionarios en
el mundo en general, y en concreto en nuestro país.

La lucha “contra el terrorismo internacional” es la cortina de humo para justificar la contrainsurgencia imperialista que a todo proceso de resistencia y lucha antiimperialista la tipifica como terrorismo; lo mismo sucede con el Estado mexicano, el “combate al narcotráfico y a la delincuencia” constituye el pretexto para justificar y poner todo el andamiaje justificatorio para implementar la guerra de baja intensidad con el único propósito de inhibir las luchas populares por medio del terrorismo de Estado.

Son muchos los caminos de la contrainsurgencia, unos conducen a sofocar con métodos policíacos-militares la protesta y la inconformidad social; otros están diseñados para reprimir soterradamente a los luchadores sociales y opositores del régimen; y otros más, finamente han sido elaborados para tratar de quitar base política a los revolucionarios, aislarlos del pueblo para poder “justificar” la tesis de la lucha contra el “terrorismo” en consecuencia dar rienda suelta de manera “justificada” su acción “antiterrorista”.

El andamiaje teórico de la contrainsurgencia ha sido expuesto en varios análisis en nuestro periódico El Insurgente, hoy exponemos cómo adquiere concreción en diferentes procesos de lucha en el país.

En las regiones que desde el gobierno antipopular se supone que son base política de la revolución o en todo caso existe un proceso de construcción de ésta, donde se ha hecho manifiesto el descontento y la lucha popular ha ido en aumento:

1. Desde el Estado se promueve la delincuencia organizada para justificar la acción represiva del Estado ya sea con sus cuerpos de élite como la recién creada división de gendarmería, un cuerpo represivo
formado con fuerzas militares.

En esa misma lógica está la formación de grupos paramilitares con doble propósito, unos creados exprofeso para generar la violencia “criminal” para justificar el actuar de los cuerpos policíaco- militares; en otros, se justifica su creación para “combatir a los criminales” legalizando al
paramilitarismo ahora como una sección más de los cuerpos represivos.

2. La descomposición social es incentivada por el mismo Estado y así como justifica la formación de grupos paramilitares también se “proyectan el surgimiento” de organizaciones supuestamente que tienen
vínculos con tal o cual grupo revolucionario, una maniobra contrainsurgente para ubicar a quienes tienen disposición y voluntad de incorporarse al proceso revolucionario, ya ubicados los crímenes de lesa humanidad no se hacen esperar, desde esta supuesta relación con grupos revolucionarios se justifican asaltos, crímenes de lesa humanidad, ejecuciones extrajudiciales de ciudadanos inconformes y luchadores sociales.

Se promueven reuniones secretas, entre inconformes y enviados del Cisen, gobernacion, inteligencia military que se presentan como, ¨Combatientes de las FARC¨, como comisionados de tal o cyual grupo revolucionario. El Objetivo es el mismo ubicar la voluntad de combatir revolucionariamente, tartar de comprobar si exisye en tal o cual region base politica de la revolucion, si es o no base del EPR.

En tales reuniones “secretísimas” es que tales enviados piden la dirección y agenda de “todas las relaciones” que tienen como organización o activistas para atenderlos directamente, y claro siempre hay más de algún ingenuo que sí creen que estos agentes son de las FARC o del ERPI como han hecho saber en cada reunión, obviamente ni son ni lo uno ni lo otro.

4. Se conoce también la “promoción” de reuniones entre organismos defensores de derechos humanos y ONG’s de diferente índole con “comandantes del EPR” para analizar el contexto actual y determinar la
ruta de la lucha. Nada más falso y absurdo, esos no son nuestros métodos.

El objetivo en tales reuniones, la agenda que “discuten” está diseñada para armar la estrategia para atacar y desprestigiar a las
organizaciones independientes tratando de armar un expediente judicial que los vincule a nuestro partido y justificar la represión.

5. Los ecos de la contrainsurgencia los encontramos también en individuos que antes participaron coyunturalmente en el movimiento popular independiente y hoy hacen el trabajo sucio al Estado, hostigando políticamente y amenazando a quienes están en la lucha independiente, haciendo alarde de sus vínculos unas veces diciendo que pertenecen a tal o cual grupo revolucionario, y en otras cuando no funciona tal alarde, se descaran y no ocultan sus vínculos con el Estado o los grupos paramilitares, el objetivo de su actuar, es hostigar, meter miedo y a la vez justificar la represión, sus dichos los delatan cuando dicen “hay que actuar contra ellos -organizaciones independientes-, tienen que pagar”, siempre suponiendo que tienen una relación orgánica con nuestro partido.

6. También está la “promoción” de la “autodefensa”, pero ésta está diseñada desde el Estado con el mismo fin ubicar la relación con el movimiento revolucionario y si no es posible, reprimir a aquellos que se
enrolaron con buenas intenciones.

7. La infiltración en las diferentes movilizaciones de masas de “grupos radicales” que más que impulsar la lucha revolucionaria promueven la justificación de la acción terrorista del Estado.

En la enumeración anterior queda expuesta la acción contrainsurgente del Estado mexicano, la política represiva del gobierno antipopular y el verdadero objetivo de las “políticas de seguridad” de la actual junta
administrativa del capital.

Exponemos casos concretos de los ecos de la contrainsurgencia que han estado aconteciendo en varias regiones del país, hechos que evidencian que han sido diseñados por la misma mano, la del Estado, la de los cuerpos represivos y los grupos de inteligencia antisubersiva.

Desde la contrainsurgencia, como política de Estado para abortar el estallido social revolucionario se persigue contener el desarrollo político de organizaciones legales y del movimiento revolucionario mediante
el terrorismo de Estado, se impulsa también desde éste las acciones de diversionismo ideológico, la táctica de infiltrar, distraer y atraer a ciudadanos que buscan relaciones políticas para un cambio radical en la
sociedad, utilizando membretes de algunos grupos armados o revolucionarios.

Los servicios de inteligencia policiacos y militares preparan al paramilitarismo como una forma de someter a los luchadores sociales, sin embargo, estos paramilitares si bien tienen todo el apoyo del Estado en lo económico, político y militar principalmente, por orientaciones del creador también dicen pertenecer a algún grupo armado, la mayoría maneja pertenecer al ERPI, y a nombre del ERPI realizan todas sus
actividades delictivas, roban, asesinan con toda la impunidad que el Estado les da.

Esta modalidad la practican para atraer a campesinos (principalmente) para engrosar sus filas argumentando que “ellos” son guerrilla, pero sobre todo lo hacen para encubrirse políticamente y aparecer como “verdaderos” luchadores sociales, y así el gobierno y los medios de comunicación le dan toda la cobertura para que ante la sociedad y la opinión pública, aparezcan en sus actividades delictivas como víctimas y no como victimarios y delincuentes.

Conjuntamente con estos paramilitares, en algunas regiones del país, agentes del CISEN se presentan con el nombre de las FARC de Colombia o a nombre del ERPI, para buscar infiltrarse y han llegado a las comunidades donde tienen información de que hay gente disponible para ingresar a la lucha, estos metodos no son nuestros, otra tactica es que no solamente les piden que ingresen a sus filas, también les piden que les pasen todas las relaciones de campesinos de otras comunidades que conozcan para que “ellos los atiendan”, obviamente luego estos ciudadanos “desaparecen”.

Esta modalidad no es nueva, es tan vieja como la misma guerra, pero cuando la lucha es álgida es cuando más se presentan estas formas de distracción, por ejemplo después de la irrupción del EZLN en 1994, en
lugares de Chiapas donde el EZLN venía realizando algún trabajo político, aparecieron otras “agrupaciones” supuestamente revolucionarias que reivindicaron acciones pero sus métodos evidencian su origen policíaco-militar, por ejemplo, el de dar conferencias en hoteles, en su ideario político lo que menos hay es un lenguaje revolucionario.

Si los objetivos principales de la contrainsurgencia con el paramilitarismo son generar el terror en la población y justificar la militarización, ahora también se propone ayudar a los servicios de inteligencia a infiltrar organizaciones populares, a las comunidades combativas y cooptar organizaciones, luchadores sociales y sobretodo tratar de confundir a la sociedad para validar la represión.

Tales hechos quedan en evidencia como la acción contrainsurgente, porque el contenido político y los métodos no son revolucionarios, en el actuar de tales “comisionados”, “enviados” o “representantes” de
grupos armados para reunirse con las “organizaciones sociales” o la “sociedad civil” queda al descubierto la garra represiva de este gobierno.

Los revolucionarios conocemos nuestros métodos, sabemos con certeza de cuando se trata de una intensión revolucionaria y de cuando estamos hablando de los caminos y los ecos de la contrainsurgencia.


Debe quedar claro para nuestro pueblo que nuestro partido, el PDPR, o nuestro ejército, el EPR, no tenemos por método reunirnos con organizaciones populares, con comunidades para analizar la ruta del
movimiento o cosas por el estilo.

Esa no es nuestra práctica.

En cuanto a quienes amenazan a luchadores sociales y organizaciones populares de que “tienen que pagar o de que hay que actuar contra ellos” por suponer que pertenecen a nuestro partido, ¡Señores, no confundan la actitud de prudencia con una debilidad política o militar!, no olviden que la justicia revolucionaria tarde pero inexorablemente llega.

En la historia de nuestro partido nos hemos enfrentado recurrentemente a este fenómeno, no pocas veces desde el Estado se ha pretendido “infiltra” a organizaciones populares, a organismos defensores de derechos humanos, a organizaciones sindicales e incluso a organizaciones o grupos revolucionarios para desde esos membretes orquestar la contrainsurgencia, para desde ahí emprender acciones que van desde la calumnia y difamación política, hasta la planificación de asesinatos de revolucionarios que militan en nuestras filas.

Desde nuestros orígenes lo hemos resuelto en primera instancia haciendo la denuncia de estos hechos para alertar al pueblo y sus organizaciones, tengan conocimiento de verdad, claridad política y no sean sorprendidos por los agentes provocadores del Estado, en segunda instancia apelando a la prudencia y a la reflexión de quienes se prestan para ser instrumento de la contrainsurgencia, y en tercera instancia ante la persistencia y la insensatez de los sujetos en quienes se personifica la contrainsurgencia el recurso legítimo la justicia revolucionaria.

La reflexión que hoy podemos hacer a la distancia es que logramos persistir en estos cincuenta años de lucha armada revolucionaria en México, entre otros factores porque siempre sobre el principio de la autodefensa como derecho legítimo, hemos actuado en consecuencia.

Sirva este análisis y reflexión para que militantes de nuestro partido y combatientes de nuestro ejército tengamos claridad de ello, ¡no permitamos! que desde el Estado se socave este proyecto revolucionario a traves de la contrainsurgencia.

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