Tras una larga espera, Manning festeja por partida doble
Michael Marot/AP
Lunes, 05 de Febrero de 2007
De ahora en adelante, Manning puede pavonearse mostrándoles su anillo de campeón. Foto AP
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Miami, Florida, 5 de febrero. Peyton Manning le tapó la boca a todos.
Pronunció un sí contundente que disipó las interrogantes sobre si era capaz de ganar el partido más importante en la NFL.
Su dilatada espera para conseguir un campeonato culminó finalmente el domingo en Miami, con un depurado desempeño contra los Osos de Chicago para añadir el premio al jugador más valioso del Super Bowl a su vitrina de trofeos.
Manning, laureado dos veces como el más valioso de la liga, atinó 25 de sus 38 pases, incluyendo uno para touchdown, rumbo a una victoria 29-17.
"Todos aportaron su granito de arena. Fue un esfuerzo de grupo", declaró Manning tras alzar el trofeo Lombardi con una mano.
Durante más de una década, Manning tuvo que aguantarse el coro de críticos que reconocían su grandeza, pero que al mismo tiempo pregonaban que un legado imborrable dependía de conquistar un Super Bowl, tal y como lo hicieron leyendas como John Elway, Joe Montana y Terry Bradshaw.
De ahora en adelante, Manning puede pavonearse mostrándoles su anillo de campeón.
Las dudas en torno a su figura le acompañaron desde sus tiempos como mariscal de campo en la Universidad de Tenesí. El equipo ganó el campeonato nacional al año siguiente que Manning saltó al profesionalismo.
En Indianápolis, los cuestionamientos se acentuaron. Cuando perdió sus tres primeros partidos de psotemporada, la gente se preguntaba si alguna vez iba a cantar victoria en los playoffs.
Cuando acabó con ese maleficio, el nuevo punto en contra fue que nunca iba a derrotar a los Patriotas de Nueva Inglaterra. Después de hacerlo, lo siguiente que le restregaron en la cara fue que se iba a achicar en el Super Bowl. Y también cumplió con esa misión.
Tras tomarse un cuarto para descifrar la defensa de los Osos, Manning empezó a jugar con la precisión de un cirujano. De manera metódica, condujo magistralmente el ataque de Indianápolis, encontrando receptores desmarcados, entregó el balón con regularidad para acarreos y además concretó numerosas jugadas de tercer down.
Conectó su pase de 53 yardas para el touchdown de Reggie Wayne con un defensor de Chicago sujetándole de la cintura.
Ni siquiera la jugada de Devin Hester, que devolvió la patada inicial para un touchdown de 92 yardas, pudo descarrilar a los Potros.
"Esa fue nuestra constante durante todo el año, un triunfo de equipo", dijo Manning. "Nadie sintió pánico, estuvimos serenos a lo largo de todo el partido".